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Francisco Esquivel

Atrincherados en el fuerte

La que viene liando plebe de todos los colores con el asunto de los sueldos y el tiempo que emplea en someterse a un ajuste fino. El alcalde de Valencia fardó de que se lo había rebajado un 20 por ciento con respecto al de Rita pero, como se le ha quedado en 90.000 la cosa, continúa dando explicaciones. Respecto a que el salario de los ediles de la oposición ronde el del presidente del Consell -el suyo lo supera ampliamente- ha dicho que «eso es una cuestión que no hemos inventado nosotros, sino que ya estaba y la hemos mantenido». Y el vulgo pensando que a lo que venían algunos era a cambiar el amplio catálogo de materias inapropiadas. Mare de Déu.

Mientras que en la Dipu alicantina los generales intentan esmerarse en resolver el cirio generado por lo mismo, en dos de sus pueblos se registran escenas contrapuestas. Aigües de Busot acaba de celebrar sus días grandes y, para que los más de mil vecinos -el 20% extranjero- pudieran disfrutar a sus anchas, el equipo treintañero de gobierno se ha repartido las tareas de adecentamiento aún sin embolsarse un duro, realizándolas con sus propias manos porque, pese a que uno de los guardias trabajó a destajo en los western almerienses, no puede con todo. El alcalde de Daya Vieja, en cambio, sí. Tras rechazar mil euros porque considera al parecer que eso es sueldo de jubilado, para regentar el municipio más pequeño de la Vega -800 personas-, Rafael Vives se ha puesto un salario de 2.430 euros mensuales por una dedicación parcial, lo que al contribuyente le representa 36 euros anuales de vellón. «No es un sueldo demasiado alto -aclara-; tengo una técnico y un policía que cobran más. Además, soy el único edil con retribución». Aunque la gestión no debe ser muy complicada, él ha simplificado al máximo el perfil de la población. Un sheriff y un montón de indios.

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