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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

El semáforo

Hasta que pasas de Almansa todo va bien. El media distancia procedente de Madrid va como un tiro. Los problemas llegan con los semáforos de La Encina. Ay, es la puerta de la provincia de Alicante, a cien kilómetros de la capital, y se inicia la única. Por ella deben discurrir los trenes que proceden de dirección contraria. Y a nuestro media distancia, que ha llevado una velocidad de crucero que no ha bajado de los 150 kilómetros por hora, les toca detenerse. Primero aminoran la marcha, a su paso por la pedanía, hasta quedar completamente anclados en los andenes de la estación de Caudete, de nuevo en tierras de Castilla-La Mancha. Comienza la espera. Tienen que pasar otros trenes en dirección Valencia o Barcelona. Los Talgo y los Euromed todavía siguen pasando por allí. Por lo que en ese semáforo de la vergüenza los media distancia todavía pueden estar parados hasta diez o doce minutos hasta que la vía, la única vía de paso, quede libre.

Estamos en el año 2015 y la estampa se repite todos los días. Lo peor es que las previsiones no son nada halagüeñas, por cuanto aquí los presupuestos de Fomento en infraestructura ferroviaria sólo priman al AVE. Todo lo que no sea alta velocidad no cuenta. De ahí que los cien kilómetros entre La Encina y Alicante, y los otros noventa entre Alicante y Murcia, por vía convencional, tengan que conformarse, hasta Dios sabe cuándo, con su vía única. Lo que condena a los trenes que cubran esos trayectos a tener que esperar en un andén cada vez que haya un cruce. No sólo es que no exista una red de cercanías decente entre Alicante y Murcia, sino que se condena para los restos a que Elche y Crevillente, Albatera y Orihuela, Callosa y Albatera, cuenten con una red de cercanías con unas frecuencias mínimamente parecidas a las de las áreas metropolitanas a las de Valencia, Barcelona y Madrid, con las que se pueden comparar puesto que estamos hablando del cuarto núcleo poblacional del Estado. Tampoco hay ninguna esperanza para que prospere en un futuro próximo la conexión Alicante-Villena, con paradas en Novelda, Elda-Petrer y Sax, con un servicio cada sesenta minutos y doble vía, lo que descargaría notablemente los accesos por carretera, modificando los hábitos de los ciudadanos. Fomentando unas comunicaciones sostenibles, justo lo contrario que las actuales.

Mientras tanto, los Alvia que parten de Alicante con destino Valladolid, Santander y Gijón continúan con la pamema de hacer el trayecto por la vía de alta velocidad, en lugar de hacerlo por la de ancho convencional. ¿Nadie ha reparado en la barbaridad? Antes, desde Alicante, Elda-Petrer o Villena nos plantábamos en Atocha en tres horas justas. Ahora, además de no ahorrar apenas veinte minutos, los Alvia tardan una hora, con sus sesenta minutos, entre que llegan a Atocha y salen de Chamartín rumbo al norte. Se puede hacer la prueba de llegar a Atocha, trasbordar en un cercanías, tomar un Avant destino a Valladolid, llegando antes a tierras pucelanas que haciendo el viaje completo en el tren directo.

Y mientras el dinero se va a espuertas en el AVE, Alicante y Murcia siguen sin enlace por el sur con Almería, Granada y Málaga, obligando a subir hasta Madrid cada vez que hay que viajar al sur. El sinsentido no tiene límites. Cada presupuestos generales del Estado nos alejan más de unas infraestructuras ferroviarios mínimamente racionales. Y nos aproximan a la privatización. Qué pena.

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