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Rogelio Fenoll

Misteriosos y peligrosos

Acostumbro a ir en moto, siempre que el tiempo y las circunstancias me lo permiten. Y, como millones de motoristas en todo el mundo, suelo llevar una cazadora negra. No me pregunten por qué las cazadoras de cuero u otro material suelen ser negras y no blancas: como el azul de los vaqueros, parecen indisociables. ¿Pudiera ser porque el negro disimula la suciedad? Imagínense ir vestido de blanco detrás de un camión que escupe humo negro lleno de partículas diésel, o de un coche y sus antipáticas gotas de la condensación del aire acondicionado en verano, o después de llover, o si pisas un charco, o ir matando insectos sin parar. Sin embargo, al Gobierno no le gusta que vistamos de negro. Desde hace meses, las radios emiten una cuña de la Dirección General de Tráfico en la que se afirma que los motoristas que llevan «una chupa negra» son «peligrosos». Aquí me gustaría poner una carita de asombro de WhatsApp, pero el ordenador no me deja. Siendo benévolo, se podría considerar un error de redacción, ya que tal vez quería decir que hay un riesgo mayor de que no te vean otros conductores que si luces una prenda amarilla o rosa fosforito, pese a que Tráfico nos obliga a circular con la luz encendida. Pero el anuncio no se queda ahí, Tráfico considera que los que van de negro, o sea, casi todos los que practican el motorismo en carretera, lo hacen por sentirse «enigmáticos y misteriosos». La agencia que hizo este anuncio debía tener en mente algunas películas y en particular el plano inicial de El Salvaje en el que Marlon Brando derrapa ante la cámara con cara de malote. Pero uno espera de los poderes públicos que nos protejan en lugar de criminalizarnos. Hasta ahora, la DGT se movía en un terreno más o menos objetivo en sus campañas publicitarias. Echaba mano de estadísticas y mensajes impactantes, pero ahora se decanta por los tópicos y los prejuicios. El peligro ya no está en la velocidad, las carreteras y las imprudencias, sino en el color de la ropa.

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