Entendiendo que el ser humano es social por naturaleza, y que acostumbra a relacionarse de forma jerárquica, el modo en que las personas usan el poder nos parece un aspecto fascinante. En este sentido, el psicólogo, teórico social y filósofo francés Michel Foucault, fue capaz de analizar el tema con sabia profundidad.

Según Foucault, el poder designa relaciones entre sujetos que de algún modo, conforman una asociación o grupo; y para ejercerlo, se emplean técnicas de amaestramiento, procedimientos de dominación, y sistemas para obtener la obediencia. Sirva como ejemplo, un centro educativo. Desde la estructura del edificio, hasta los roles de cada una de las personas que allí conviven, pasando por las actividades pautadas y los signos que contiene, forman parte del mismo objetivo. Dichos signos permiten distinguir el valor de cada uno de los niveles de saber. Las estrategias empleadas son, igualmente, la vigilancia, la recompensa, el castigo, la jerarquía piramidal, etc.

La relación de poder busca que el sujeto dominado realice las conductas deseadas, es decir, incita, induce, desvía, facilita, amplia o limita ciertos comportamientos. Y se lleva a cabo siempre sobre personas libres y, por ende, capaces de ver afectadas sus decisiones. También exige una diferenciación jerárquica entre los miembros del grupo.

Desde un enfoque diferente, podemos hablar de otra arista de gran importancia: el poder encubierto. Efectivamente, una de las mejores estrategias para ejercer el poder, es llevarlo a cabo sin que la persona afectada sea consciente de ello. En el terreno cotidiano encontramos múltiples ejemplos de ello. Imaginemos el amigo que acostumbra a invitar en las reuniones con el único objetivo de que su criterio pese más a la hora de decidir el lugar del encuentro. O el miembro de la pareja que deja entrever los o las pretendientes que se interesan por él, para generar miedo y complacencia en el otro. Ejerce de igual modo el poder encubierto el hijo que amenaza con marcharse de casa para que sus padres sean más permisivos con él, y el padre que presenta falsos síntomas de enfermedad para conseguir que sus hijos se preocupen por él y le presten una mayor atención.

El ejercicio del poder, ya sea legitimado por los acuerdos sociales, o encubierto, parece ser una característica presente en muchos semejantes, pero quizá, quien mejor logró capturar su significado de la forma más simple y clarificadora fue el escritor J. R. R. Tolkien, quien empleó la famosa metáfora del anillo de poder para describir los curiosos efectos que provocaba a su portador.