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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

1754. un vecindario completo y las entrañas de San Ignacio

Ningún hecho de relevancia sucedió en la ciudad de Alicante en el año 1754.

Hacía dos años que se habían construido la casa y la iglesia de la Misericordia, y todavía faltaban seis para que concluyeran las obras de la nueva casa consistorial.

El gobernador de Alicante, marqués de Alós, decidió en este año que había llegado el momento de ampliar el puerto de la ciudad, construyendo un muelle con dos puertas y un baluarte en el extremo que sirviera para rechazar las embarcaciones enemigas. Le encargó el proyecto al coronel ingeniero Esteban Casion, quien preparó un modelo de cartón con todos los detalles. Para sufragar las 70.000 libras a que ascendía el presupuesto se acudió al Rey, pero éste rechazó prestar ayuda económica, por lo que el proyecto quedó paralizado. El marqués de Alós hubo de conformarse entonces con emprender algunas obras menos costosas, como el embellecimiento de las cuatro alamedas que, según el cronista Viravens, había en la ciudad: «una que se extendía desde la puerta de Elche y Murcia hasta el Convento de MM. Capuchinas; otra en el camino de San Francisco hasta los Antigons; otra desde el Portal Nou hasta el ermitorio del Socorro, y otra en la plaza y alrededores del hospital militar, donde mandó allanar un foso que había en las proximidades de este edificio».

Durante este año se produjeron nuevos nombramientos en cargos secundarios del Consistorio, como el del escribano Pascual Bayona; y el 20 de septiembre se firmó en el Vaticano el rescripto pontificio mediante el cual se daba permiso «para que se pongan las Reliquias de las entrañas de San Ignacio de Loyola a la pública veneración de los Fieles en la Iglesia del Colegio de la Compañía de Jesus», de Alicante.

Poco más puede contarse de lo sucedido durante aquel año en nuestra ciudad, que a la sazón conservaba las murallas medievales que ceñían lo que ahora conocemos como Casco Antiguo, y que desde hacía unos años (guerra de Sucesión) contaba además con una tapia no muy alta y de tierra compacta que pretendía proteger el arrabal de San Francisco. Esta tapia arrancaba al norte desde la puerta de la Reina (algo más al exterior que la antigua puerta de la Huerta) y llegaba hasta el baluarte de San Carlos, al sur y junto al mar.

Sin embargo, tenemos la fortuna de conservar en nuestro Archivo Municipal un libro, encuadernado en pergamino ese mismo año, que supone una auténtica joya histórica, ya que contiene datos suficientes como para componer un retrato detallado y fidedigno de la situación demográfica de la ciudad a mediados del siglo XVIII.

Titulado «Vecindario, repartimiento del real equivalente, de la sal y aguardiente», este grueso volumen recoge, calle por calle y casa por casa, el nombre, profesión y estado civil de todos los varones mayores de 15 años que habitaban la ciudad, además de la relación familiar de las mujeres con respecto a los cabezas de familia. El hecho de que estén registrados todos los habitantes y no solo los vecinos, supone un hecho importante y novedoso.

Gracias a este «Vecindario» sabemos que eran 14.317 las personas que residían en el municipio alicantino en 1754 (7.182 varones y 7.135 hembras). De ellas, en la zona urbana vivían 11.104, repartidas de la siguiente forma: Intramuros, 5.854 (52,7%); arrabal de San Antón, 2.575 (23,2%); arrabal de San Francisco, 2.375 (21,3%); y arrabal Roig, 300 (2,7%).

De los 5.854 habitantes de la ciudad amurallada, 1.026 vivían en los barrios de San Roque y Santa Cruz, en casas de escaso valor y en su mayor parte de propiedad eclesiástica; 934 en la Villavieja (desde la calle de este nombre hasta la falda del Benacantil), siendo casi la mitad marineros o familiares de marineros; y los 3.894 restantes en las demás calles: Matadero (actual San Fernando), Postiguet (Gravina), Toneleros (Jorge Juan), Pescadería, San Agustín, Llop (Maldonado), Bayle (Abad Nájera), San Nicolás, Diezmo (Cisneros), Almas (Muñoz), Ángeles, Porchins, Santísimo Cristo, San José, Empedrada (San Andrés), Virgen de los Desamparados, etc.; y plazas: del Mar (Ayuntamiento), Ramiro, de la Sangre (Virgen del Remedio), Puerta de la Huerta (San Cristóbal), del Carmen, etc., siendo la de Labradores y Mayor las principales vías.

De los 300 habitantes del arrabal Roig, 35 eran marineros y pescadores, y otros 35 eran jornaleros. El resto eran sus familiares.

La mayor parte de los 2.575 habitantes del arrabal de San Antón vivían de la agricultura y en casas humildes distribuidas en calles como de la Huerta, San José (hoy Trafalgar), Pohuet (Pozo) o San Vicente, y en las plazas de Santa Teresa y San Antón (hoy desaparecida).

Las plazas principales del arrabal de San Francisco eran la de las Barcas y el portal de Elche, y sus vías principales eran las de Teatinos, San Francisco, Balseta y Barranquet (avenida de la Constitución). Al norte de ellas, entre la vieja muralla y la nueva tapia, se hallaba el terreno conocido como Barranquet, comunicado con intramuros a través de la puerta del convento de las Capuchinas. Y al sur de este arrabal, pegado al baluarte de San Carlos, se hallaba el conocido entonces como barrio de Buda, formado por nueve calles donde vivían 747 personas, muchas de ellas dedicadas a labores de marinería o de elaboración de esparto, que tenían acceso a la playa atravesando la puerta de Babel.

Antonio Ramos Hidalgo, que también ha examinado concienzudamente el libro de marras, dice que a mediados del Setecientos había en Alicante 2.854 casas, 52 solares y 5 huertos. Trece de estas casas eran escuelas (una de los jesuitas y otra de los dominicos). Pero los propietarios eran solo 894. Casi 1.500 casas eran de 170 propietarios (promedio casi de 9).

En 1754 ya estaba casi completada «la construcción de casas en la zona del antiguo recinto amurallada más próxima al mar», según Ramos. Eran casas de aspecto macizo y con tejados planos, en forma de terrazas. Pero las casonas más impresionantes fueron construidas en la calle Mayor y, sobre todo, en Labradores, con tres plantas y fachadas adornadas con escudos de armas.

www.gerardomunoz.com

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