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Marc Llorente

Tribuna

Marc Llorente

Ilusión e incertidumbre

Ayuntamiento nuevo, vida nueva. Bueno es que haya otro orden de prioridades y otra voluntad política. Refiriéndonos al terreno cultural, es lógico que los nuevos inquilinos de la Generalitat convoquen reuniones para conocer las necesidades y propuestas y confeccionar un plan transparente de participación. Una gestión de cada cosa donde la profesionalidad dirija el rumbo. Aplíquese la misma fórmula con respecto a la Diputación y al consistorio alicantino. De entrada, las facturas asoman y reluce la falta de fondos que el anterior gobierno municipal del PP ha dejado para lo que resta de 2015. Parece una maniobra electoral en busca de la inoperancia del tripartito. Al margen de esta cuestión, es imprescindible plantear estrategias en la etapa que da sus primeros pasos. Dinamizar la cultura en toda la ciudad y la creación de un consejo participativo, formado por un amplio coro de voces, sólo pueden merecer aplausos. Mejorar y cambiar lo necesario no es mala norma para que Alicante sea un referente nacional y un generador de riqueza en todos los aspectos. Las instituciones deben respetar y potenciar la cultura base. Sí. Pero la amplitud de miras exige más relieve. Dicho esto, centrémonos en el Teatro Principal, elemento de discusión por el cese de Maria Dolores Padilla, directora en funciones del coliseo. Dice el concejal de Cultura, Dani Simón, que «quieren dar un giro al teatro en Alicante, con más calidad y más peso social». Bien. Las artes escénicas no pueden reducirse sólo al ámbito de las cifras, sobre todo si hablamos de un espacio semipúblico. Hay que invertir en pos de una función cultural latente, sin olvidar su capacidad de diversión. Depende también de las producciones, con una tendencia u otra, que se hallan en las estanterías del mercado. En cuanto al aliento destinado al teatro hecho aquí, debe ponerse el énfasis en un mayor apoyo y en la proyección general de los grupos. Es posible aumentar las representaciones en lengua valenciana, dependiendo de las compañías que las realicen y pese al escaso eco que suelen obtener. Lo importante es que el Principal mantenga (o aumente) su prestigio y que el número de escenificaciones no decaiga. Sería malo que ese numeroso público huyera, lo que no significa ignorar a otra clase de espectadores. ¿Acudirán y podrá ser sostenible el tenderete? Filiaciones políticas aparte, al exconcejal de Cultura, Miguel Valor, se le aprecia. Y no hay duda de la honestidad y del oficio de María Dolores Padilla. Merecen un reconocimiento en este paisaje de ilusión e incertidumbres.

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