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Antonio Sempere

Fin de temporada

Al término de la temporada televisiva serán muchos los que hablen de los éxitos y fracasos, de series como Vis a vis o Anclados, programas desaparecidos en combate como los concursos de Ramón García y Los Morancos, o de las impresionantes cifras de realitys como Gran Hermano VIP o Supervivientes. Yo quiero salirme un poco del guion establecido, y recomendarles esa otra televisión, esa que lejos de ser material fungible, perdura en los archivos. Se trata de piezas audiovisuales a las que se puede regresar una y otra vez, con las que siempre se aprende algo. Sugiero, como antídoto a los calores que nos esperan, una inmersión en el inmenso paquete de la recién remozada web de RTVE, donde se pueden recuperar verdaderas perlas que, por nuestra agenda del día a día, seguro nos perdimos en el momento de su emisión.

Recuerdo un Crónicas hermosísimo, Cara Venecia, Querida Venecia, escrito en forma de carta con la que la ciudad de los canales nos mostraba su rostro más amargo, su preocupación ante su incierto futuro. O el último En portada de este curso, dedicado a la isla de Lampedusa. El homenaje a Miguel de la Quadra-Salcedo, el reportero que todos quisimos ser. El documental dedicado a Alberto Corazón, que lejos de agotar su jugo en un primer visionado admite unos cuantos más. El singular acercamiento a la figura de Juan Goytisolo realizado por Manel Arranz y Elisabeth Anglarill. Las entregas de Metrópolis dedicadas a los palmarés del Promax, o de El Sol (cuantísimo ingenio en sus propuestas). La entrevista de Cayetana Guillén Cuervo a la fotógrafa Colita, estallido de vida. Como pueden suponer, todos estos programas se emitieron en La 2. Pero están ahí, a un clic de distancia. Mostrando cuán necesaria es la televisión pública. No nos engañemos. De no existir, nadie lo haría por ella.

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