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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

El hombre del Rey

Detrás del altar mayor de la iglesia de Santa María de Alicante hay una capilla dedicada a San Blas, construida en la primera mitad del siglo XIV. No hay en ella indicio ni señal alguna que así lo indique, pero en su subsuelo fue enterrado el caballero catalán que la mandó construir y que fue, durante 34 años, uno de los hombres más poderosos e influyentes que vivió en tierras alicantinas.

En otro momento vimos cómo el sábado 21 de abril de 1296 Jaime II de Aragón conquistó, tras entrar en la villa de Alacant, el castillo de Santa Bárbara. Lo logró después de librar una cruenta batalla. El rey encabezó el ataque y penetró en la fortaleza acompañado de dos fieles caballeros, uno de los cuales se llamaba Berenguer de Puigmoltó.

El primer justicia alicantino

El lunes 23 Jaime II confirmó todos los fueros y libertades de que disfrutaba la villa recién conquistada, incorporándola a la Corona de Aragón. Como consecuencia de ello se remodeló la organización municipal, siendo sustituidos los cargos de alcalde y alguaciles castellanos por los de justicia y jurados aragoneses. El monarca premió la fidelidad del caballero Berenguer de Puigmoltó nombrándole justicia.

Jaime II animó a los mudéjares y judíos que habían huido a que volvieran a la villa y sus alquerías, prometiéndoles los mismos fueros y franquicias que los cristianos. Algunos regresaron, si bien muchas de las casas y tierras que habían pertenecido a los musulmanes y hebreos fueron confiscadas por el rey y entregadas a sus caballeros, así como las posesiones de quienes habían luchado más enconadamente a favor del reino de Castilla. Berenguer de Puigmoltó, por ejemplo, recibió una heredad en la villa y dos alquerías, que habían pertenecido a Pero Núñez.

Para asegurar la repoblación de Alacant, el monarca favoreció el asentamiento de caballeros y artesanos procedentes de otros lugares de sus reinos, como valencianos y mallorquines, aunque fueron sobre todo catalanes quienes ocuparon los principales cargos municipales.

En un intento por mejorar la situación de la villa, Puigmoltó obtuvo en 1296 la autorización del rey para celebrar en Alacant una feria anual en agosto. Mucho de su tiempo, sin embargo, hubo de dedicarlo a interceder en los pleitos que menudeaban a causa de los conflictos surgidos por el reparto de poder y tierras; como el habido entre Pedro de Leuda y García Jofre de Loaysa. Siendo además hombre de carácter demasiado vivo, Puigmoltó se vio involucrado en más de una de estas disputas, como la que tuvo con Pedro Martí de Alcanys, a quien retó a duelo en 1297, combate que solo el rey consiguió impedir. Y el 8 de febrero de 1300 un grupo de sus enemigos asaltó su casa, hiriendo a varios de sus familiares y escuderos.

En Elche y Orihuela

El rey le concedió en 1298 la alcaidía de la torre de la Calahorra de Elche, pero debido a la resistencia del alcaide que iba a sustituir no pudo asumir el cargo hasta 1301, el mismo año en que fue nombrado merino (juez) de Elche. Al año siguiente se le concedió la alcaidía del castillo de Orihuela, a la sazón el más importante de esta parte del reino de Valencia, conocida como «dellà Xixona».

En 1302 desempeñó el oficio de lugarteniente del Procurador del reino de Murcia en el proceso judicial que enfrentó a Guillem Spaeri y el genovés Otino de Quinto por agresiones. En 1304 fue nombrado alcaide del castillo de Alhama de Murcia y se le encargó temporalmente la custodia de los castillos de Aspe y Monóvar. En 1305 fue nombrado lugarteniente del Procurador de las tierras dellà Xixona, cargo que ocupó hasta 1307. Y en 1311 fue nombrado Procurador interino dellà Xixona.

Leal y vehemente

Todo ello demuestra la enorme confianza que Jaime II tenía en él. Es cierto que, en varias ocasiones, el monarca hubo de amonestarle por sus excesos, cometidos a causa de su fogoso carácter; como en 1304, cuando le llegaron quejas porque Puigmoltó se negaba a pagar las contribuciones que le correspondían por los bienes confiscados; o al año siguiente, cuando le ordenó que dejara de inmiscuirse en los asuntos del baile oriolano y le devolviese los 2.170 sueldos que había recaudado indebidamente. Pero fueron muchas más las veces en que debió sentirse satisfecho con la labor que realizaba su hombre de confianza en el territorio más meridional de sus reinos. Solo en 1306, apresó a un grupo de moros granadinos, persiguió hasta Cieza a otro de castellanos que habían saqueado la huerta oriolana, recuperando lo sustraído, e igual hizo con unos bandoleros que habían robado varias cabezas de ganado. Además, intervino exitosamente como mediador en varios litigios y conflictos, como el que hubo por lindes territoriales entre vecinos de Elche y Jijona; y otros más violentos, como los habidos en Orihuela entre las familias de Guillem Togores y de Guillem de Paratge, y posteriormente entre los Togores y los Rossell. Su forma preferida de zanjar estas disputas era por medio de alianzas matrimoniales; medio que utilizó también para sí mismo cuando casó a su nieta Berenguerona con un hijo de Guillen Togores, lo que agradó tanto al rey que contribuyó a tal enlace entregando 200 monedas de oro como dote de la novia.

Durante su estancia en Elche y Orihuela, al mismo tiempo que reclamaba medios para mejorar las defensas de los castillos que estaban bajo sus órdenes (en 1308 recibió 6.000 sueldos para el mantenimiento de la fortaleza oriolana), incrementó sensiblemente su propio patrimonio, adquiriendo rentas tan sustanciosas como la escribanía oficial ilicitana.

De vuelta en Alicante

En 1316 fue sustituido como alcaide del castillo oriolano por Acard de Mur, pero poco después ocupó el mismo cargo en la fortaleza de Alacant. Según autores, esto sucedió en 1317, 1318, 1320 o 1321. En cualquier caso, lo cierto es que su nombramiento fue vitalicio y que, en este último año, se le ordenó, según Jaime Bendicho, quitar del dintel de la puerta del castillo su escudo de armas, el cual había colocado aprovechando seguramente las obras que se estaban realizando porque «no estava bien ni era decente el estar las armas de un cavallero particular en la puerta de una fortaleza del rei».

Los alicantinos se quejaron al monarca en 1326 y 1327 del estado ruinoso del castillo y, a instancias de Puigmoltó, Jaime II autorizó la venta de licencias de exportación de trigo y cebada de dellà Xixona, recaudando 5.000 sueldos que se invirtieron en las obras de reconstrucción de la fortaleza.

Jaime II murió en noviembre de 1327, sucediéndole su hijo Alfonso IV, quien comunicó a Puigmoltó en 1330 que había dado el castillo de Alacant al infante Fernando. El alcaide vitalicio no conoció las consecuencias de aquel hecho, puesto que falleció poco después, sobreviviendo así en tres años a su admirado amigo y rey, a quien sirvió con absoluta lealtad.

En su testamento, firmado ante el notario Ramón Sanxovart, conservado en los archivos del Obispado y recogido en el «Libro Antiguo de Beneficios de la parroquial Iglesia de Santa María» (Gil-Albert, 1997), Puigmoltó dejó dispuesto que se edificase, detrás del altar mayor de esta iglesia, una capilla bajo la advocación de San Blas, donde fueron enterrados él y su familiares. Para su mantenimiento y el del clérigo que debía servirla asignó una dotación anual de 400 sueldos.

No ha llegado hasta nosotros el nombre de su esposa, pero sí el de tres posibles descendientes suyos: Berenguer de Puigmoltó, probablemente su hijo, muerto en 1322; Beltrán de Puigmoltó, quien firmó como testigo un documento datado en Valencia en 1328; y Francesc Puigmoltó, subalcaide del castillo alicantino en 1432 y 1433.

Según el INE, en la actualidad no hay nadie con este apellido en la provincia de Alicante. Tampoco en Cataluña. En España hay alrededor de medio centenar de personas apellidadas Puigmoltó, casi todas nacidas y residentes en la provincia de Valencia.

En 1999, Pedro Carlos Picatoste recopiló en un artículo titulado «El caballero Berenguer de Puigmoltó, guerrero y funcionario al servicio de Jaime II» muchos de los datos conocidos hasta ahora de nuestro hombre.

www.gerardomunoz.com

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