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De Toros

Notas marginales sobre la Feria

Pasaron los fastos de la Feria 2015, tan especial por su honda carga sentimental, en la que la memoria de José Maria Manzanares, tan Manzanares Iº como devoto padre, marcó los instantes más intensos por hondamente sentidos. Luego, como es lógico, lo meramente taurino marcó aspectos muy a tener en cuenta, aunque cabe resaltar la notable asistencia de público en el conjunto del ciclo. A buen seguro, Alicante destaca a nivel significativo respecto de ferias de parecido corte, incluso de algunas que presumen de superior categoría y apenas pasan de un par de festejos mayores. Bien parece haber sonreído el aspecto económico a la empresa que regenta este más que centenario coso, si bien no son los temas dinerarios los que han de importar lo crítico. Dos entradas de algo más de dos tercios las tardes del 20 y el 21, en tanto que hubo lleno el 23, el cartel más completo y atractivo con la reaparición de «El Juli», muy bien alternado con Morante, en tono gris, y un variado y sorprendente Talavante. Previamente, la novillada apenas alcanzó el tercio de entrada, para superar los tres cuartos del aforo la emotiva cita de Sant Joan en que abundaron las concesiones del palco. Al margen...

Lo de la vuelta al ruedo a algunos de los destrapiados toros que gozaron de tal honor, precisa prestarse a discusión y somero análisis. No deja de sorprender el criterio que para tal concesión se viene teniendo en cuenta en los últimos años. Sobre todo desde la nefasta postrera reforma del «paciente» y maltratado reglamento, todo un clamoroso triunfo del impúdico «sistema» que se ha adueñado de la Fiesta y la maneja a su antojo. Toros, los de Alicante, que apenas se dejaron pegar en una vara y que, verdaderamente boyantes y atemperados en el último tercio, acabaron buscando los terrenos de tablas, signo no especialmente de bravura, que siempre fue manifestación de codiciosa casta, de carácter. A las tablas se va el toro que pierde celo ante la muleta, señal de negativo dominio. ¿La vuelta al ruedo sólo por mostrar sencilla docilidad? ¡Qué barato tal honor...!

Queda por comentar el cotidiano tema de los avisos. Aquel oprobio, para el torero que lo recibía, al que el revisterismo venal, no precisamente de dineros, también cuentan las sentidas «militancias», ha venido desnudando de su tradicional importancia. Y así suenan que suenan clarines y timbales tarde tras tarde. En esta Feria de Alicante hubo avisos para todos los espadas, matadores y novilleros, algunos por partida doble. La excepción estuvo en Manzanares, a quien no suelen avisar, digna manera de redondear su triunfal tarde. Algunas notas marginales. Alicante. Junio.

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