Y no, esta vez no se refiere al gran predicador negro que sentó precedentes, sino a la canción maravillosa de ABBA, ese maravilloso grupo de suecas y suecos guapos de los setenta que nos siguen haciendo vibrar, porque sí, cada vez más lo verdaderamente relevante es que la vida te embargue de sentimientos que te eleven sobre la miseria; esa miseria cuando enciendes la tele y te golpea con un hijo de su madre pegando tiros sobre los cuerpos dorados de unos pobres turistas; esos que estaban encima gastándose el dinero «maldito europeo» y occidental en un país como Túnez que lo necesita y que está muy lejos de esos gilipuertas, con perdón, retrasados cerebrales, absurdos mentales y asesinos de una guerra que solo libran ellos, porque si tuviesen las narices que hay que tener la librarían con los que están armados. Pero lo fácil es ver a Ala inventándose una justificación moral para hacer una venganza social cochina y ridícula contra los desvalidos transeúntes de ciudades, pueblos, playas y hasta mezquitas (porque lo de Kuwait ya es «de libro»€ Vamos). Por eso cuando te evades escuchando música, ese arte que te eleva por encima de lo terrenal y te embriaga los sentidos para que parezcas hasta inmortal con los casquitos puestos y por la ciudad€ por eso, y porque cada vez más se antoja imprescindible luchar por lo que se quiere, por la gente que merece la pena y porque exista el futuro es por lo que digo: "«I have a dream», con angelitos, cielo, parnaso y todo lo que a uno se le antoje, hasta llegar a incluso el cielo del mismísimo Monleon. Así y paseando por la calle de esta ciudad de Alicante, recién terminadas sus Hogueras, me han pasado dos cosas que merecen una reflexión y una consecuencia. La primera chocarme con «La Aparecida» en la esquina de Capitán Fernández Mira, cerquita del ADDA. Al frente una mujer brasileña estupenda, con su hijo, y unas ganas locas de salir, ofreciendo pasteles, pan de queso, tartas caseras, comida de su tierra y sobre todo destilando amor y humildad por los cuatro costados. Acostumbrada a hablar de sitios de otro perfil, me ha parecido que APARECIDA es sin duda un ejemplo de sueños, de superación y me ha recordado a una gran «peli», Como Agua para Chocolate, porque es así como se cocina la vida, con ese fuego lento que dan la pasión por las cosas en las que crees. La otra, una llamada de una amiga, una grandísima diseñadora, una creativa de lujo, una gran mente talentosa e ingeniosa de este país que, como tantas cosas en esta España de Blas de Otero (camisa blanca de mi esperanza€) ha sufrido un ataque de estrés que la ha dejado casi postrada tres meses de su vida. Tiene delito lo que está pasando aquí, en esta Europa donde Ángela Merkel nos ha confundido a todos con un soldadito de madera de esos que su madre debía comprarle de pequeña (porque a ésta otra cosa no le veo en las manos, la verdad€). Tiene verdadero delito que el talento, la creatividad, el empuje, las ganas, la iniciativa, emprender y tener el valor de perder, de arriesgar, de jugarte la vida (la actual y toda la futura, porque aquí no se te perdona en la vida...); tiene delito que todo ese talento y esa fuerza, la de una y la otra, sea algo así como la hazaña de Don Quijote con los molinos de viento. Tiene delito que se cierren una y otra empresa, un y otro negocio, que no haya salida para un buen proyecto (recuerdo con verdadera amargura el caso de TRIBO TV) o que cuando el mercado te abofetea el sistema no te deje volver a ser útil en años y años, condenándote a merced del mercado negro o de la usura. Tiene mucho delito. Y lo que esperamos, y me atrevo a gritarlo desde aquí como el que en los campos de algodón gritaba «Libertad», lo que esperamos, sí, es que entre todos nos vayamos dejando de egoísmos personales, de estupideces , de «postureo» partidista, de rollos baratos y empecemos a soñar por lo que importa. Que efectivamente los ángeles y Peter Pan nos devuelvan esa ilusión general, ese brillo en la mirada y nos digan que hay un camino para que todo empiece a ser, simplemente incluso a ser. Que de que, además, triunfe ya nos encargamos los mortales; a los «dioses» solo les pedimos que bajen todos, pero todos, del arbolito y toquen la tierra que cada día nos hace pelear para que esta tierra, este país y esta preciosa Europa sea real. Feliz domingo con un buen sueño.