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Semana y media

Andrés Castaño

Se abre el telón

LunesEl sudario

Algunas lumbreras recriminan a Pedro Sánchez que utilizara una bandera de España como telón de fondo en la presentación

de su candidatura y verdaderamente incluso la comisaria europea de Justicia (una checa muy simpática que aseguró haber visto todas laspelículas de Almodóvar para documentarse sobre España) se maravillará de que sea noticia que un partido apellidado «español» exhiba una bandera española. Es cierto que las urgencias de la nueva dirección el PSOE le están forzando a virar erráticamente, arrojando en cada

viraje a parte de la tripulación por la borda. Sin embargo, los pactos con Podemos no son deshonrosos «per se» (la alternativa tan inaceptable como absurda en algunos casos como Madrid era permitir un gobierno de Esperanza Aguirre). El nudo crucial es otro: Podemos al menos cree que debe haber una Constitución y en ella incluye con fórmulas más o menos relajadas a los territorios con tensiones secesionistas. La incoherencia del PSOE radica en que no considera incompatible pactar con partidos separatistas y al mismo tiempo enarbolar una bandera que éstos abuchean o queman.

MartesUn toque de discreción

La humildad del Gobierno llega al punto de que las previsiones económicas más optimistas no son las suyas. Donde De Guindos (es terrorífico que el mejor propagandista del Gobierno sea el ministro menos político) pronostica un crecimiento del PIB de dos puntos, los expertos de la OCDE añaden alguna décima; donde Rajoy fija el cambio de tendencia del desempleo en 2017, los organismos internacionales trazan la frontera en 2016. Lo tradicional es que sean los gobiernos quienes enmascaren los indicadores y los organismos internacionales los aguafiestas que rebajan expectativas. Sólo en España se invierten los papeles y es un economista japonés o sueco quien debe animar a nuestros ministros con un horizonte esplendoroso. Se aduce que nadie creería esas cifras viniendo de Rajoy y en cambio está dispuesto a aceptarlas con cautela si la fuente aparenta no estar contaminada políticamente. Pero esto me parece demasiado retorcido para alguien que ha acreditado una parálisis comunicativa tan rotunda. Lo más probable es que el Gobierno no sepa que estamos saliendo de la crisis.

MiércolesEmpezamos bien

Debo rectificar mi epitafio de ayer. No es que el Gobierno ignore que estamos saliendo de la crisis: pretende convencernos de que todo es empeorable. Esta mañana sólo se hablaba de la inminente restitución a los funcionarios de la paga extra de 2012. La novedad parecía lo suficientemente densa para que la televisión que Berlusconi ha arrendado a Podemos localizara a dos funcionarios de confianza que han hablado de soborno electoral. Un esfuerzo inútil por otra parte, ya que el portavoz del PP en el Congreso admitía no saber nada del tema y con motivo: Montoro desmentía unas horas después el aguinaldo en defensa del sacrosanto «margen presupuestario». Es extraordinariamente meritorio que alguien sea acusado de soborno y a continuación de estafa, pero este Gobierno lo ha conseguido en una mañana. El primer gatillazo de la ofensiva política de Rajoy se ha saldado con varios millones de funcionarios convencidos justificadamente de que les toman el pelo en nombre del «margen presupuestario», que por otra parte coincidirá milagrosamente antes de noviembre con el «margen electoral».

JuevesDe paso

Las ediciones digitales indican que el debate de investidura de Puig ha tenido mayor cuajo del habitual en Las Corts. Mientras Carolina Punset ha arruinado con un discurso torpemente despectivo hacia el valenciano el rechazo que merece su imposición disfrazada de ese eufemismo llamado «inmersión», Puig ha defendido brillantemente un nacionalismo aldeano y pequeño burgués parafraseando con ingenio el himno valenciano. En tierra de nadie, en el limbo más bien, han quedado Fabra, paradójicamente más presidencial que nunca, y una iracunda Rita Barberá, cuyo escaño humeaba ante cada empellón festivo de la nueva mayoría. Una «nueva mayoría» provisional, como se ha encargado de recordar el líder de Podemos durante la votación: él y cuatro camaradas se han abstenido, un inequívoco gesto que confirma la intención de impedir que Puig se consolide y agote la legislatura. No tiene mucho sentido promocionar a un competidor entre bastidores salvo si se pretende hacer caer el telón sobre él antes de que termine la función.

ViernesEl parvulario

Muy simbólicamente, la impetuosa crisis ministerial de Rajoy ha desembocado en el raquítico ascenso de un secretario de Estado a ministro de Educación. Nada como el itinerario educativo durante los últimos lustros para desentrañar la maligna banalidad de la política española: una letanía de acrónimos intercambiables (LOE, LOGSE, LOMC ahora) en un camposanto de semianalfabetos crónicos. Piensen en esos concursos televisivos sobre «cultura general». Aunque sea un concepto difuso del que los guionistas suelen excluir la teoría de la relatividad pero no el nombre de cualquier rey visigodo, el veredicto abarca ciencias y letras: los concursantes mayores de treinta y cinco años despedazan sistemáticamente a sus rivales veinteañeros, muchos de ellos universitarios, quienes carecen de nociones básicas de geografía, ciencias naturales, historia, arte e incluso actualidad (no leen periódicos). Se necesita mucha perseverancia institucional para que un licenciado en Derecho sitúe Jamaica en Africa, pero a nosotros nos ha bastado una generación para conseguirlo.

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