Hoy toca hablar de enseñanza. De las medidas mal utilizadas a destiempo o desproporcionadas por parte de los centros educativos, de los profesionales, que pueden llevar a un alumno al fracaso escolar. Considero que acertar con esas medidas no solo es necesario sino imprescindible para erradicar el elevado número de casos de absentismo o el fracaso escolar. Los españoles estamos en cabeza de la UE en ese problema, no creo que sea para sentirnos muy orgullosos de estar en la Champion en este tipo de listas.

Un termómetro que evidencia que algo dentro del sistema de la enseñanza va mal. Es superior el fracaso de los chicos que de las chicas, pero consuelo de tontos es omitir que la realidad queda a la vista sin distinción de sexo o de edad. Son muchos los chavales que han abandonado prematuramente el sistema educativo.

Todo esto adquiere un significado cuando además añadimos otro problema tan candente como el absentismo aunque suelen ir unidos. Estamos ante el siglo de oro en esta materia. Desde hace unos años la lucha contra el absentismo escolar se ha convertido en una prioridad. Desde la fiscalía se ha requerido la colaboración e implicación de las administraciones. Sin embargo, no se ha dado solución al problema, pues hoy por hoy no han descendido los casos. Este problema no solo pasa factura a los chavales, sino que como consecuencia puede dar resultado al abandono, fracaso escolar y lo que a mi entender es todavía más grave, un alto riesgo de exclusión social.

Voy a contar un hecho real. Para que sirva de ejemplo o no. Para que se tomen medidas o no. Para que se mejore la enseñanza o no. Todo depende de lo que seamos capaces de entender tras este relato. Hoy, unos padres han recibido un correo enviado por parte de un centro de enseñanza de Alicante donde se comunica literalmente lo siguiente:

«Buenos días señores de tal: Me dirijo a ustedes para comunicarles que su hijo ha perdido el derecho a la evaluación continua por acumulación de faltas en las asignaturas tal, tal y tal. Está a punto de hacerlo en otras. Nos está creando una situación muy complicada en su clase, ya que sus compañeros observan cada día cómo llega a la hora del recreo tranquilamente. Por ello desde la comisión de disciplina que coordino nos vamos a plantear alguna medida. También le comunico que no me parece ético, dada la situación, que su hijo participe en la excursión a Terra Mítica. Sería paradójico que esté llegando al colegio a media mañana y ese día esté a las 08.00 horas preparado en el colegio para ir de excursión. Estas situaciones perjudican principalmente al menor y nos generan ante el resto de los alumnos conflictos difíciles de resolver de forma coherente. Atentamente, firma jefe de estudios de Secundaria».

Respuesta de los padres:

«Buenos días. Gracias por la información. En todo caso estamos ante unas circunstancias especiales donde se está, con mucho esfuerzo, recuperando a un alumno que ha pasado por un absentismo escolar. Considero que dada la situación de tantos alumnos que al igual que mi hijo adolecen de este problema se debería de tener un poco de comprensión y ayuda por parte de los centros de enseñanza donde se dan estos casos sin pensar qué piensan los demás alumnos. Pues aquí no se está teniendo en cuenta cómo se ha sacado a un menor de una habitación donde permanecía encerrado día y noche a causa de una profunda depresión. Ni la lucha de profesionales y familiares para conseguir su reinserción escolar. Tampoco se está teniendo en cuenta el esfuerzo por parte de ese alumno para reinsertarse en la sociedad y en la vida escolar. Parece que ignoramos que este país en materia de enseñanza y resultados está a la cabeza de Europa en número de fracasos escolares. Por todo lo anterior, a pedestal de mi gratitud con el centro, considero que es una medida desproporcionada la que plantea, pues no se ha deparado en ponderar la balanza de esfuerzos del menor y valorar todo lo positivo. Hacerle daño es fácil en este momento, pues está muy vulnerable, tan fácil como privarle de ese viaje y la vergüenza que puede suponer ante los demás alumnos por la discriminación que ello supone. No olvidemos que está en plena adolescencia y las consecuencias y efectos que producen en estos chavales ciertas decisiones pueden ser graves. Los alumnos con circunstancias especiales necesitan de un mayor apoyo para mejorar la enseñanza y disminuir los porcentajes de fracaso. ¿No le parece? En todo caso, insisto, considero que la medida es totalmente desproporcionada y que ante un caso como este debería el centro colaborar para facilitar la finalización de los estudios de un chaval como este alumno, con mucha madera, buena persona y nada conflictivo - como siempre han dicho ustedes-, no privándole de la evaluación continua ni de ese viaje. Espero y deseo que lo considere por una mejora de la enseñanza en nuestro país. Saludos cordiales. Padres de tal».

Les dejo con la siguiente pregunta. ¿Estamos ante un caso disciplinario o de tratamiento y terapia? ¿Qué debe prevalecer?