En aquella primavera de 1925, hace ahora noventa años, el municipio sanvicentero tenía una población de unos 4.800 habitantes, menos del diez por ciento de la actual. La población que reside en el casco urbano es algo más de la mitad, mientras el resto vive en caseríos diseminados por el término.

La característica socioeconómica más importante es que el pueblo se encuentra en pleno proceso de tránsito de la agricultura a la industria. Los censos de población activa destacan ya la presencia de obreros de «teulars», de la industria del mueble; además de los carreteros o un nutrido colectivo de «cigarreras». Han surgido fábricas de muebles de «estilo inglés». El tranvía que comunica con Alicante ha sido electrificado el pasado año. Un elevado número de espléndidos chalets, villas campestres o residencias veraniegas pertenecientes a la burguesía alicantina rodean el casco urbano. Y el pueblo, en plena dictadura de Primo de Rivera, se verá beneficiado por la etapa de expansión económica, materializada en promoción industrial y obras públicas.

En este contexto se vuelven a celebrar las fiestas, tan diferentes a las actuales y, al mismo tiempo, tan similares. Al amanecer del 18 de abril, sábado, las campanas de la iglesia y el pasacalle de «dolçainers» y disparo de «morteretes» anuncian el comienzo de las fiestas. Siendo el inicio oficial al mediodía. Es decir, a la hora en la que la gente se retiraba del trabajo en el campo: la hora del «dinar». La fiesta conserva los elementos propios de una sociedad preindustrial, como veremos en otros actos.

El programa de las «fiestas cívico-religiosas», en honor al patrón San Vicente Ferrer, continúa por la tarde con la «Gran Retreta Cabalgata» y a continuación concierto por la banda de música la Esperanza «en el templete levantado en la plaza de La Constitución». (Es la actual Plaza de España, frente a la Iglesia). A las 24 horas, finalizan los actos del día con una «Gran Alborada». El domingo, 19 los actos más importantes son un concierto en la mañana por la banda La Esperanza, seguido de la «Fiesta de la Flor». Por la tarde, «gran partido de football». Después verbena y velada musical, finalizando con «globos grotescos y fuegos artificiales».

En la mañana del domingo y al día siguiente, lunes 20, las calles y los alrededores del pueblo presentan un animadísimo aspecto. La localidad se ha convertido en el centro de reunión de los vecinos de la comarca, particularmente de Alicante. No sólo se acude a las fiestas sino también a un mercado anual comarcal, conocido como «porrate o pequeña feria comercial». Los puestos no son sólo de turrones o dulces, sino también de utensilios de uso doméstico o agrícola, entre muchos otros. La fiesta sanvicentera cumple su función social y, al mismo tiempo, económica.

La Iglesia, la cual conserva todavía una «magnífica cruz de bejuco con crucifijo de oro cincelado, atribuido a Benvenutto Cellini, siglo XVI, con tres esmeraldas en cada extremo, engastadas en oro, con esmaltes traslúcidos y regalada por el célebre marino Jorge Juan», es preparada para «el gran día».

Por la tarde del lunes, 20 de abril, a las 18 horas, (no olvidemos que es hora solar), y después de un concierto por la banda, sale la «Solemne Procesión». Este acto trasciende el hecho religioso y se convierte también en una procesión cívica y quizás el acto antropológico, social y cultural del año. Escaparate sociológico. El día finaliza con la «gran verbena» y el «castillo de fuegos artificiales».

Al día siguiente, martes, 21, los actos festeros ya decaen, es día de trabajo; «mitja festa» por la tarde. Por las tardes de esa semana habrá «carreras de bicicletas» y «carreras pedestres», además de juegos, «cucañas y otras diversiones». El viernes, 24 y el sábado, 25, «Danzas al Estilo del País». Figuran con ese nombre y son las típicas danzas de l'Alacantí «amenizadas por los dulzaineros de la localidad». También con ese nombre figurarán las danzas en plena etapa franquista.

El cierre de las fiestas es en la noche del 26, domingo, con un «Gran Concierto» del «Orfeón Alicante», tras el cual una «gran traca» será el último número del programa. Las fiestas las organiza una comisión al efecto. El alcalde es el médico Fernando Antón Pomares.

Resumiendo, «dolçainers» y banda de música, cabalgata, verbenas y conciertos, además de actos deportivos, junto a fuegos artificiales y tracas formaban el grueso de las fiestas. La figura de «Reina de las fiestas» aparece en 1960 y el pregón de comienzo y los «Moros i Cristians» a mediados de los 70.

Hoy, como ayer, la fiesta sanvicentera es testigo de los cambios en el municipio. En esa primavera de 1925, el pueblo estaba cambiando; al mes siguiente, el 18 de mayo, la «Sociedad Anónima Alicantina de Cementos Portland» solicita autorización al Ayuntamiento para «construir una fábrica de cementos». Los cambios se aceleraban.