El pasado domingo, día 1 de marzo de 2015, desayunábamos con un artículo de opinión de Juan Ramón Gil, publicado en este mismo diario, que merece una especial atención por quienes nos consideramos demócratas.

Como bien dijo Voltaire, «no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo». Por desgracia hay quien no piensa así.

El día 1 me disponía a leer, como cada domingo, un nuevo artículo de opinión del que fuera alcalde de mi ciudad, Alicante. Me disponía a leer las reflexiones necesarias de quien sabe distinguir el grano de la paja pero no, no lo pude leer, su artículo no estaba en el diario INFORMACIÓN.

Ángel Luna fue militante socialista y ha sido capaz de criticar -y con dureza- aquellas cuestiones de las que ha discrepado en el partido en el cual yo soy militante. Ángel Luna siempre ha demostrado capacidad de análisis, dejando al margen las pasiones partidistas.

Me gustaría recordar, por cierto, que ha pedido las dimisiones de socialistas en los últimos artículos y, además, con mucha razón. Y, que sepamos, nadie se acercó a pedir, en su puesto de trabajo, que le sancionasen o echasen por el simple hecho de pensar y de escribir. Al parecer, algunos y algunas, solo quieren que en esta sociedad existan titulares a golpe de tweet para poder ganar en el terreno del marketing lo que no pueden ganar, ni de lejos, en el terreno de la reflexión. Algo tendrá que explicar, sobre este hecho la dirección política de Podemos en Alicante. La supongo, además, una decisión consensuada con los círculos ciudadanos, ¿o no?

Es, ahora, cuando ha hablado sobre esta nueva formación cuando sus líderes y máximos responsables de la ciudad de Alicante (señalados con el dedo de Pablo Iglesias y aupados por los apoyos de personas -y grupos de personas- que han recorrido cada uno de los partidos en busca de calor) han mostrado su verdadera actitud y han pretendido -igual que Francisco Camps- callar a quien es capaz de hacer reflexionar a buena parte de la sociedad alicantina. Como vemos, las malas artes no están sólo en la derecha€ ¿O tal vez sí?

Algunos, como excusa, hablan de la necesaria independencia de las instituciones. Instituciones, por otra parte, que no respetan o dicen ser ilegítimas en muchas de sus intervenciones y proclamas. Serán ilegítimas, supongo, hasta que ellos las dirijan€ ¿O debo preocuparme pensando que también serán ilegítimas entonces? Supongo que no saldré de esta duda, no las gobernarán.

Quiero recordarle a Podemos Alicante que Ángel Luna es síndic adjunto de Greuges desde el pasado mes de julio y desde su columna ha opinado y criticado, siempre con mesura, determinadas actuaciones de instituciones y partidos, entre ellos el PP y el PSOE sin que a quienes forman Podemos les preocupara esa supuesta falta de independencia que ahora alegan. La conclusión es evidente: no es la independencia de la institución lo que les preocupa (de ser así, la habrían reclamado antes), sino que haya cometido la osadía de opinar sobre ellos sin aplaudirles enfervorizadamente que es, por lo visto, a lo que estamos obligados. En resumidas cuentas, muestran menos capacidad de encajar las críticas que otros partidos y un respeto por la libertad de expresión manifiestamente mejorable.

No voy a entrar a valorar el tema de Francisco Sánchez pues, por desgracia, no cuento con la información necesaria para ser tajante en mis opiniones pero, de ser ciertas estas tristes actuaciones, ¿a qué espera Podemos Alicante a condenar semejante actitud?

Me gustaría, además, sugerirle que este ataque a la democracia no lo intente con otras y otros representantes públicos a los que me gusta leer de vez en cuando en el diario INFORMACIÓN. Espero que la falta de convicciones profundamente democráticas no suponga un ataque, por ejemplo, a Josefina Bueno -directora de la SEU Universitaria de Alicante-, a Mar Esquembre -subdirectora del Centro de Estudios de la Mujer- o a compañeros del Consejo de la Juventud que decidan escribir sus artículos de opinión. Supongo que no se les ocurrirá exigirle a un concejal o a un rector universitario que dejen de escribir, si lo hiciesen, aunque diga algo que no les guste.

¿Sabéis qué pasa con quienes creen tener la verdad absoluta? ¿Los que se creen por encima del bien y del mal? ¿Los que se pronuncian con tanta soberbia sobre los demás? ¿Los que se creen únicos representantes del pueblo? Que acaban por querer imponer su pensamiento único. No sé a quién atribuirlo, pero una vez escuché una especie de chiste que vuelve a mi cabeza una vez y otra desde el domingo: «Tiene el cerebro tan pequeño que no le cabe la menor duda» y dudar, sin duda alguna, es sano.

Yo soy consciente de que puedo estar equivocado. Soy consciente de que, incluso respecto a este artículo, alguien puede pensar de forma radicalmente distinta a mí y no se me ocurriría exigir su silencio por muy representante público que fuera.

Hasta ahí podíamos llegar.