Hoy es el «Día por la Igualdad Salarial», ya saben, para denunciar que las mujeres cobran menos que los hombres por realizar el mismo trabajo y reivindicar algo tan simple como que a igual trabajo se cobre igual salario. Pero llevo muchos, muchos años, escribiendo sobre ello cada vez que llega esta fecha y no faltarán reportajes y tribunas de opinión, así que yo me la voy a ahorrar este año. Prefiero dedicar este pequeño espacio a dos cuestiones acaecidas en esta pasada semana que quizá consideren inconexas pero que dan la medida de la posición del PP con respecto a la libertad de las mujeres.

Como ya sabrán, el grupo parlamentario popular presentó el miércoles en el Congreso una proposición de ley a fin de privar a las mujeres de 16 y 17 años de su libre decisión para interrumpir su embarazo, trasladando la decisión a sus representantes legales. Quizás les parezca bien a ustedes la medida pero párense a pensar un momento el porqué la decisión de estas mismas mujeres sí es libre si desean continuar con su embarazo. Patria potestad como sinónimo de propiedad. Libertad sólo si cumples el destino de mujer: ser madre. Me recuerda a lo que dijo Gallardón el 27 de marzo de 2012 en el Senado, retorciendo una conocida cita de Azaña: «La libertad de maternidad hace a las mujeres auténticamente mujeres». Gallardón se ha ido, pero no su espíritu, que sigue muy vivo en las filas del PP.

Ese mismo miércoles el grupo parlamentario popular en el Senado introducía una enmienda al proyecto de ley de reforma del Código Penal para suprimir la medida de libertad vigilada para condenados por violencia de género. Al día siguiente la retiraron aduciendo que había sido un error. Permítanme que recele. No se cometen «errores» de este tipo salvo que haya ausencia de compromiso de acabar con la violencia machista. Y el PP no lo tiene y lo ha estado demostrando durante todo su gobierno. La penúltima prueba de ello es que si tuviera este compromiso, no hubiera introducido en el borrador del anteproyecto de ley de corresponsabilidad parental la posibilidad de que el órgano judicial pueda reconocer a un maltratador, aunque sea excepcionalmente, régimen de visitas y estancias de sus hijas e hijos. Eso ya se contempla en la Ley valenciana de 2011 y sus consecuencias son terribles, pues gran parte de sus señorías estiman que nada tiene que ver el ejercer como padre con la violencia de género cometida por éste. Está demostrado que las criaturas se convierten en armas para seguir ejerciendo violencia contra las mujeres. Lamentablemente, tenemos muchos, demasiados ejemplos. De nuevo la patria potestad como sacrosanta propiedad (del padre, claro).