Los primeros asesinatos machistas de este año, perpetrados en El Altet, nos han sacudido como un mazazo en el desperezar de las fiestas navideñas. La cercanía, indudablemente, hace que nos duelan aún más. Es una cuestión humana, salimos a las calles cuando asesinan a una mujer en nuestra ciudad, pero no tras cada óbice.

Los asesinatos machistas, ya están explicados. Sin embargo es necesario recurrir a más de una causa para explicar el porqué continúan ocurriendo. Las respuestas que se vienen dando a las muertes acaecidas en los últimos tiempos, con el énfasis en si han venido precedidas o no de denuncia por parte de la mujer, acaban de demostrar lo que ya anticipábamos. En este caso ha habido denuncias y ello no ha sido obstáculo para que este luctuoso acontecimiento haya ocurrido. Las denuncias son necesarias y parte de la solución del problema. Pero, necesitamos trabajar en otros sentidos.

En primer lugar, se necesita desarrollar la especialización necesaria para abordar estos temas. Y digo esto, porque en una sociedad cada vez más especializada, pareciera que la única cuestión que no precisa formación técnica es la igualdad. En este sentido, desde las mismas instituciones del Estado, pareciera que las cuestiones relacionadas con el fomento de le igualdad hubieran pasado a un segundo plano. De esta manera, el Instituto de la Mujer, el máximo organismo que vela por este tema, ya no es sólo de la Mujer, ahora también lo es de Cooperación. Lo mismo ha ocurrido en el resto de instituciones del Estado, incluidas las concejalías o las unidades policiales.

En segundo lugar, es imprescindible desarrollar formación integral en igualdad en todos los niveles y ámbitos educativos, desde la educación preescolar hasta el máximo nivel de formación. Y para que ello sea posible, por lo que a la universidad se refiere, estas materias no deberían quedar como un curso optativo. En este sentido, cabe recordar que la reforma derivada del acuerdo de Bolonia no logró incluir con éxito estos conocimientos en la formación universitaria. De este modo, se desaprovechó una gran oportunidad para implementar en todos los grados esta temática. Y ello pese a, o gracias a, la fórmula utilizada que prescribía la «inclusión, en los planes de estudio en que proceda, de enseñanzas en materia de igualdad entre mujeres y hombres» (Ley de igualdad 2007). Sin embargo, no pierdo la esperanza de que podamos encontrar soluciones a este problema ante las evidencias de las muertes, en las próximas revisiones de los grados.

Por último, señalar que las pérdidas ocurridas en el pasado lunes, no son sumadas a las ocurridas días atrás en París. Parece que estas son de otro tipo, como si no se tratara, también, de muertes evitables. Las «colocamos» en otro casillero, y les buscamos otras respuestas. Será por eso, que las mujeres asesinadas el año pasado en España, no merecieron siquiera una manifestación conjunta de todas las fuerzas políticas de nuestro país. En fin, parece que las muertes tienen categorías.