El necesario conocimiento y la investigación del pasado económico de un municipio cobra todavía más importancia cuando las conclusiones de ese estudio, además de explicarnos el cómo hemos llegado hasta dónde estamos y enseñarnos aquello que se hizo bien o alertarnos sobre los errores cometidos, nos enlazan con la más candente actualidad. Y, además, nos proporcionan alguna que otra sorpresa.

En el caso de Sant Vicent del Raspeig, la primera sorpresa es el hecho mismo de que hubo una desamortización en el municipio. La denominada desamortización civil o de Madoz, en la que se vendieron fincas públicas y concretamente una de ellas era un «monte de Propios», es decir, un monte propiedad del Ayuntamiento. Otro hecho todavía si cabe más sorprendente.

Nada menos que cuatro grandes fincas públicas fueron enajenadas por el Estado entre 1866 y 1872; tres del Estado y una del Ayuntamiento. Ocupando un total que superaba las 550 hectáreas y más de un catorce por ciento de la extensión del término. La mayor de ellas era el citado monte de Propios, el denominado «Peñas Rojas», el cual tenía una extensión de 330 hectáreas. Monte que, obviamente, el ayuntamiento sanvicentero «heredó» del de Alicante al producirse la segregación y que ocupaba toda la franja norte del municipio.

Las otras fincas, todas también montes, pertenecientes al Estado, eran: «Loma Sabinar o Savinar», «Serreta de Ramos» y «Loma Alta-Llometa Reona». Y la pregunta que nos podemos plantear es por qué esas fincas continuaban en manos públicas a mediados del siglo XIX y la respuesta es porque a nadie del pueblo o con fincas en él habían interesado; no eran aptas, productivas o rentables para la agricultura u otra explotación.

Las descripciones del ingeniero forestal de Fomento acerca de las fincas o montes son precisas y rigurosas: «no contiene arbolado alguno», «sólo atocha» (esparto), «escasa en pastos», «abunda en general de bancos de piedra», «es en general caliza ..», « .. de piedra arenisca con margas floja y arcillosa ...». Con lo que nos podemos hacer una idea de sus características edafológicas.

Las fincas fueron finalmente vendidas y el precio no podía ser muy alto a tenor de lo descrito. Las dos más importantes, el monte de Propios «Peñas Rojas» y la «Loma Sabinar», fueron enajenadas, como no podía ser de otra manera a residentes de fuera del municipio; uno de ellos de Elche. Y del análisis del proceso es obvio el interés especulativo de la compra y su venta rápida al poco tiempo. El comprador de monte de Propios la adquiere del primer adjudicatario y ni siquiera llega a firmar la escritura, figurando un apoderado en su lugar. Es decir, no aparece por parte alguna.

La evolución posterior de las dos principales fincas, repetimos montes («Peñas Rojas-Sabinar»), las cuales se unifican en un mismo propietario, es particularmente curiosa, con alguna tragedia incluida, pleitos, explotación de ocre en el Sabinar y apellidos destacados y conocidos incluso hoy en día. Ya en el siglo XX, la explotación agropecuaria de la finca es un conjunto de disparates, a cual mayor, desde el punto de vista empresarial y agronómico. Evidentemente no tuvieron en cuenta las características edafológicas descritas anteriormente.

Ante el fracaso evidente en la gestión y explotación, la finca es vendida en plena época del boom de los chalets en el campo; final de los 70 principios de los 80. Y una parte significativa es adquirida para construir un campo de golf. Lo cual resulta ser otro fracaso, pero contribuye a la degradación y desertificación del terreno. El primitivo proyecto de campo de golf llega a la segunda mitad de los años 90, donde se pretende construir, con la excusa del mentado campo, una urbanización de nada menos seiscientas o mil viviendas. Proyecto en el que rehúsan participar los grupos turísticos de la costa blanca, o dar crédito los grupos financieros, ante la escasa o nula viabilidad económica-empresarial.

Finalmente tres sorpresas o curiosidades actuales más: el proyecto de urbanización «descansa» sobre el antiguo monte de Propios. Queda pendiente el destino de esos terrenos en el nuevo PGOU. Y, lo más sorprendente, las dos fincas citadas, Peñas Rojas-Sabinar, se encuentran otra vez en poder del Estado, en subasta, a través del denominado «Banco Malo» 0 «Sareb», como si de una maldición de tratase.