Utilizando para el título de este artículo el de una película dirigida por Angelina Jolie, que representa la fortaleza mental y física de un atleta y militar americano en la II Guerra Mundial, queremos destacar la actitud que debemos tener ante el nuevo año 2015. Un año que termina en 15, que en el argot que los alicantinos dieron hace muchos años a las terminaciones de la ONCE significa «el racimo de uva». O sea, que esperemos que finalmente la cosecha de este año nuevo sea la que ponga fin a tantos años de cosechas malas, de racimos de uva echados a perder y de esperanzas puestas en recuperar tanto terreno perdido.

A partir de ahora nada será como antes. Y creo, sinceramente, que es mejor que muchas cosas no sean como antes. Que no se repitan los casos de especulación que se han producido año tras año, la extensión de la corrupción por todo el país, la proliferación del no reconocimiento de los méritos profesionales en favor de otros factores como el «amiguismo», la presencia de la política en muchas designaciones de cargos y la falta de criterio profesional y del respeto a los méritos de los ciudadanos cuando se aspira a cualquier puesto de trabajo. Porque hasta la fecha, los ciudadanos y la población entera se ha tenido que convertir en «invencible» ante tanto desaguisado que ha provocado un descrédito en muchas instituciones, y pese a ellos aquí seguimos y aquí estamos todavía, sin que todas estas circunstancias negativas que se han reproducido año tras año haya podido acabar con las esperanzas de una población en retomar un camino de cordura, de seriedad, de saber hacer bien las cosas y en donde primen factores como la aptitud, la constancia, la disciplina en el trabajo, o la organización en cada tarea que hacemos cada día. En definitiva, factores o reglas de juego de la vida que nos convierten en invencibles y en poseer una capacidad que nos permita hacer frente a todas las adversidades que vayan surgiendo en la vida de cada persona.

El año 2015 se nos presenta como el octavo tras el inicio de la crisis. Pero ahora las cosas ya se van viendo de otra manera. El país es consciente de los males que nos han llevado a esta situación, y se está poniendo remedio poco a poco. Ya no se admiten determinadas situaciones y lo que antes eran prácticas irregulares comunes se entienden ahora como desechadas por las tareas de investigación que las han puesto a la luz. El carácter invencible del ser humano, de cada uno de nosotros, de una población entera surge cuando se conocen los errores de la propia sociedad y se empiezan a poner en marcha las soluciones. Pero el problema grave sería que conociendo, como ya conocemos, los males de nuestra sociedad no nos pusiéramos manos a la obra para ponerles remedio. Se es invencible y nos sentimos invencibles cuando nos hemos endurecido ante los golpes, cuando somos conscientes de que lo que estamos haciendo lo estamos haciendo bien, que quien se opone a tu trabajo, a tu actividad, lo hace por elementos negativos como el odio, la envidia, la venganza y las ganas de destruir a quien no piensa como tú o pertenece a otro grupo. Y la invencibilidad se alcanza en una larga carrera de obstáculos que hacen transmitir a quien los va superando la idea de que se es invencible. En la película del mismo nombre que estos días se proyecta en los cines es grandioso comprobar el carácter de quien sabe que es capaz de soportar todo lo que se le venga encima, porque sabe que es capaz de responder uno por uno los golpes que la vida le da. Y conste que no a su enemigo, sino a la adversidad. El carácter que te hace invencible no se regala, sino que se aprende a base de conformar una actitud que te hace llegar a la aptitud para ser capaz de hacerte invencible. Y la sociedad española está en ese camino. Porque sabemos las prácticas que hay que desterrar, los vicios que no podemos admitir en la forma de vida de los que nos rodean y que quien los tenga debe ser separado del sistema. Y en paralelo a ello, las virtudes que debemos desarrollar en nuestros jóvenes y adultos. Como si se tratara de explotar en el cielo una bomba de especies que cayeran sobre las ciudades para repartir las virtudes antes citadas y llevarse al mismo tiempo la corrupción, las deslealtades, la envidia, la vagancia, y la prepotencia como conducta que tanto abunda. Por todo ello, ha llegado el momento de hacernos invencibles ante el 2015. Un año cargado de esperanzas. Porque ha llegado el momento de que seamos conscientes de que lo hecho hasta ahora en su vertiente negativa, -porque ha habido muchas cosas bien hechas, claro está- nos ha llevado al sufrimiento de muchas familias. 2015 nos debe hacer más fuertes, más sólidos y llevarse los defectos del pasado para convertirnos en invencibles en el presente y de cara a nuestro futuro.