¿A dónde vas, España? Esta es una pregunta que, tras los continuos aconteceres que se nos amontonan, nos hacemos muchos españoles. Nos prometieron sacarnos del profundo pozo y no sólo no nos han sacado, sino que sigo viendo el pozo cada vez más profundo. Uno, ya lo dije hace poco, ha perdido toda su capacidad de asombro y lo que es mucho más grave, la capacidad de conmoverme ante las injusticias que diariamente nos sacuden.

Empiezan a no conmoverme las desventuras económicas de los españoles: la Comisión europea explicita lo que todos sabíamos: los ajustes salariales en España han sido lentos, ineficientes e injustos, por cuanto se han cebado en los más débiles. Con lo cual anuncia la necesidad de nuevos ajustes, sin que se produzca la menor rebelión ni por lo ya ajustado ni por lo ajustar, y convierte en inexplicable que el partido en el Gobierno siga teniendo crédito electoral, menos pero suficiente para volver a ser los más votados. No comprendo cómo los españoles toleran este escarnio, y los demás partidos se pierden en discusiones bizantinas.

¿Qué me importa ya Catalunya y los catalanes? ¿Más que cinco millones de parados? ¿Más que esas familias que están recogiendo a sus ancianos de sus residencias para poder subsistir con la paga de estos jubilados? ¿Más que esos tan injustos como innecesarios recortes? ¿Más que esa continua depravación política que, por tan diaria ya ni nos asombra? ¿Más que la bajeza moral en que han caído la mayoría de representantes políticos de todos los partidos? ¿Más que esta España que se ha convertido en un auténtico lodazal?

Ante esta depauperación consentida de la vida de los españoles, nos enzarzamos con Catalunya, con la corrupción y con la Infanta. Bien está, pero no las podemos hacer ejes de nuestras vidas. Lo importante no es Catalunya, lo importante no son Bárcenas, Cotino, Blesa y secuaces, lo importante no es la Infanta y su ignorancia. Lo importante es la miseria laboral que en cuantía y condiciones sufren los españoles. Lo otro son maniobras de distracción.

¿Qué importa el supuesto éxito del 9-N frente a quienes llevan más de tres años sin trabajo y ya sin prestación alguna? España es una fosa séptica, pero si algo hay que salvar es la dignidad de vida de sus habitantes. Si Catalunya se quiere ir, y puede, que se vaya, España no se hundirá por eso. Debemos de tener el récord mundial de imputados y nos preocupa que la señora Pantoja entre en la cárcel y que el amor trastoque a la realeza. Lo ha hecho por amor, justificamos. Pues con su pan se lo coman todos. Teresa Romero ya pide pasta por haberla ofendido en su honor (además de salvarle la vida), IU y Podemos andan a trompazos y desprecios, la jueza Alaya quiere convertirse en Hércules (Poirot), el juez Ruz en el azote de Gürtel. Monago se culpa y exculpa, Rajoy hace la momia, Sánchez cree que Ítaca está en la imposible reforma de la Constitución, los sindicatos han llegado a la nada, el Rey acumula medallas en el pecho vestido de militar, el Parlamento es una caja de Pandora, acusan indebidamente al Tribunal Constitucional de no señalar, en su sentencia dictada por unanimidad, la pena contra Catalunya, los catalanes creen que están llegando a Eldorado. Qué risa. González-Pons, con toda la mala leche y finura de la que es capaz remarca que en Europa llaman a Pablo Iglesias nieto de Ceaucescu, ellos, hijos y nietos del franquismo.

Y, mientras tanto, los españoles son más pobres (y algunos mucho más ricos), tanto que o no los vemos o los ignoramos. Europa quiere seguir torturándonos y el señor de las fantasías de la Moncloa se apunta a ellos. No somos capaces de hacerle la moción de censura de plantarnos. Es la democracia. España, Atlántida sumergida, volcán de injusticias en erupción, garrote vil de sus habitantes, desventuras sin consuelo. Para herencia recibida la que va a dejar el Gobierno.

Catalunya se quiere secesionar. ¡Qué drama! Drama es que los desahucios, que se habían ralentizado, recobren impulso mientras nos distraen con infantas, Pantojas, medallas reales y demás zarandajas. Drama, para mí claro, es que Chaves y Griñán estén al borde de la imputación por los ERE andaluces y Pedro Sánchez nos distraiga ahora con la presunción de inocencia. Hay que ser igual de severos con todos.

Este país sí que es un drama. Es que no hay por dónde cogerlo.¿Quo Vadis España?