Hace unos días llamaba mi atención un artículo publicado en el periódico digital francés Marianne.net que comparaba Podemos con el Front de Gauche. En él, Loïc Leclerc se preguntaba: ¿Por qué Podemos crece cuando el Front de Gauche patina? Si en las pasadas elecciones europeas, Podemos logró un 8% de votos, el Front de Gauche sólo alcanzó el 6,6% y está inmerso en un debate con discrepancias internas y sobre el liderazgo. En la tradicional reunión de la izquierda que tuvo lugar en la pasada «Fête de L'Huma» y a la que se han acercado los «frondeurs» del PS, uno de los lemas era «refundación o desaparición». Y es que el frente de izquierdas en el país vecino mira con asombro -me atrevería a decir con envidia-, e intenta imitar a la joven formación española. El artículo destacaba las fortalezas del partido que lidera Pablo Iglesias, como ser la revelación del año, haber nacido al amparo del 15M y presentarse como un medio para que la ciudadanía recupere protagonismo. El artículo se hacía eco de las encuestas -Marianne ha elaborado la suya que sitúa a Podemos como tercera fuerza política en España- y las presenta como una derrota del bipartidismo. Si bien considera que todo está en juego y que el futuro de la próxima cita electoral es incierto, el artículo se centra en las habilidades de Podemos en los temas cruciales de la política española. Así, respecto a Cataluña, se muestra contrario a la Independencia pero defiende el derecho a la autodeterminación; en cuanto a la política nacional, Podemos defiende el proyecto de Democracia representativa y reclama el protagonismo de las personas.

Pero aunque ambos programas presenten similitudes (cambio de régimen, lucha por la igualdad, replanteamiento del Tratado de Lisboa?) también existen diferencias. Se ensalza el poder de organización ciudadana de Podemos, además de su habilidad en las redes sociales que quiere ser imitada por la formación francesa. Mientras el Front de Gauche cuestiona el liderazgo de Jean-Luc Mélenchon, la formación de Podemos, que basa las decisiones en la horizontalidad, parece tener un líder indiscutido. Si bien el Front de Gauche y el PG centran su discurso en la crítica al sistema económico neoliberal y en la política dictada por el BCE, Podemos pisa la calle, hablando de problemas concretos como el derecho a la vivienda, a una alimentación digna, a la educación? De ahí que, a diferencia de su «aparente» homólogo francés, Podemos no necesita de momento pactar con nadie y ve revalorizada su marca. A ello habría que añadir que, aunque el núcleo original de Pablo Iglesias se sitúa a la izquierda de la izquierda y sus tesis emanan en buena parte de la izquierda anticapitalista, lo cierto es que tanto los círculos que se han ido formando como los proyectos y tesis que van surgiendo a su alrededor huyen de la clásica diferenciación entre izquierda/derecha, sustituida por la dicotomía oprimido/opresor, los de abajo frente a los de arriba. Añadamos que en Francia por desgracia, la indignación ha tomado tintes xenófobos y el discurso contra la inmigración ha ido recogiendo adeptos en torno al FN.

Y a mí me sorprende, y hasta me hace gracia, la pregunta que plantea el artículo porque es normal que el discurso de Podemos haya calado mucho más en España que en Francia. Si comparamos la tasa de paro entre ambos países estamos en un 25% / 10%; a pesar del déficit que presenta Francia, su programa de ayudas sociales es ciencia ficción en nuestro país. Allí se puede estudiar una carrera por unos 300 euros y los universitarios disponen de ayudas para el alojamiento. Esta misma semana éramos noticia en la cadena TF1 por «la vuelta al cole», y destacaba con asombro que la «rentrée» cuesta seis veces más en España que en Francia donde la educación infantil y los libros son gratuitos. El Front de Gauche no predica en la misma sociedad que la española, una sociedad aplastada y castigada, una sociedad en la que se pasa hambre y en la que las desigualdades sociales han crecido exponencialmente. Por no hablar de esa juventud a la que se le han amputado las posibilidades de futuro, a la que echamos fuera del país, que se ve despreciada o es explotada cada día con míseros salarios y condiciones laborales tercermundistas, mientras la corrupción desprende un hedor insoportable.

El porqué del progreso de Podemos parece claro, lo cual no le garantiza ni perdurabilidad ni éxito. Como escribía Rosa María Artal al tratar del «indescifrable enigma de quienes se arrojan a Podemos», su éxito es proporcional a la necesidad que lo ha generado, y ha significado el inicio de un camino sin retorno respecto a la forma de hacer política que exige gran parte de la ciudadanía. Aunque el país vecino viva un momento económico y político difícil con un PS escorado económicamente hacia la derecha y con fuertes discrepancias internas lideradas por el ala izquierda, la situación social es tan diferente que, a pesar de los parecidos programáticos, me temo que sus diferentes contextos de actuación les llevarán por derroteros dispares en el futuro próximo.