Según conveniencia, desde Adolfo Suárez, el partido liderado por Jordi Pujol i Soley coqueteó con los partidos del Gobierno para sacar el máximo al dinero español. Y se fue consintiendo esta situación abusiva para que parte de los políticos catalanes estuvieran tranquilitos. Todos contentos. No obstante, durante este tiempo, hemos oído a miembros de la alta burguesía catalana decir: «Primero Pujol y después Dios» o que «Cataluña tira del carro de España» o los andaluces «son una panda de vagos». Y a ver quién les decía algo. Para Pujol, la consigna política «Construyendo el País» ha sido durante décadas su misión. Y ahora que las cosas andan mal se creen autosuficientes dejando tirados al resto de los españoles.

Evidentemente Pujol y los que le siguen, llámese Artur Mas, se han construido «su» país. Para dar ese paso se necesitan muchos millones de euros. Los que tienen el poder son los que saben cómo manejarlo. Si se acepta la culpa de no haber declarado la «herencia» de su padre, tras 34 años sin declararla a Hacienda, pretende un pacto con Anticorrupción, una manera de parar la instrucción que lleva el juez Ruz y que, al confesar el mea culpa, podría pensarse que la cosa quedaría ahí. Estaba equivocado. El juez Ruz sigue lo que se paró en 1985 con la Banca Catalana y es el prestigioso penalista Cristóbal Martell, especializado en temas de corrupción, que ha llevado a cabo casos tan sonoros como Álvaro Lapuerta, extesorero del PP; Miguel Tejeiro, cuñado de Diego Torres; el futbolista Leo Messi, del FC Barcelona; José Luis Núñez y Joan Laporta, exdirigentes del CF Barcelona; etcétera, hombre clave para su defensa y la de sus hijos, cuya consigna, al parecer, es que su familia no quede involucrada en todo este asunto. Para Artur Mas son cosas de «familia». Escandaloso.

Las tretas de Jordi Pujol para demorar las investigaciones y diligencias de Anticorrupción por delitos fiscales y otros, nos muestran a un hombre listo, muy listo. Denuncia a los bancos andorranos por revelación de secreto bancario y así ralentizar dichas investigaciones. Muy astuto. De este modo se paraliza todo y hasta, con suerte, se pueden invalidar las pruebas. Lo que no sabemos es si ocurrirá lo mismo con la supuesta maraña económica que los Pujol tienen extendida en paraísos fiscales como Suiza, Liechtenstein e Iberoamérica, punto de mira de la UDEF y de la Agencia Tributaria.

Los ciudadanos desconocemos las entrañas del Ministerio de Interior. Un submundo totalmente oculto ante los ojos del ciudadano de a pie que solo se fija en la política local y nacional que le rodea, sin pensar en la transcendencia que tiene nuestro Estado cara al exterior y a la unidad del territorio español.

Se dice que Artur Mas está bajando el tono (soberbia) enviando tenues señales a través de lacayos para tantear el terreno y dar marcha atrás. Mientras, el aparato del Estado trata de romper el círculo Pujol, máxime si se demuestra dónde están los dineros, de dónde han venido, de qué cantidades hablamos, cuál sería su finalidad y si este serviría para las aspiraciones de Pujol.

La segregación de Cataluña de España significaría grandes cambios en y para Europa. Cataluña tendría que empezar pidiendo su entrada en la Comunidad y durante los trámites, estaría en un limbo sin rumbo. Derrumbar la cabeza visible, romper la cadena económica tanto de Jordi Pujol como de su familia, abrirle los ojos a esa burguesía que andaba ciega y cómplice, repercutiría al propio partido CIU y como consecuencia a Artur Mas. Ángela Merkel ha sido clara manifestándose en contra de las intenciones del dirigente catalán. Esperemos que el apóstol Santiago la haya inspirado.