A vueltas con la extrema sequía pluviométrica que padecemos y sus efectos. Los datos de lluvia recogidos en los últimos 12 meses del año son tremendos, por su exigüidad. Es un dato poco creíble, pero cierto; en años como éste de dura sequía, llueve más en los bordes del desierto del Sáhara que en muchas localidades de nuestra provincia. La sequía es un riesgo silencioso pero constante. Se va manifestando poco a poco, hasta que llega un punto en el que se disparan las alertas y nos damos cuenta de que estamos metidos de lleno en una situación de sequedad ambiental, daños en los secanos y disminución continua de niveles de agua en embalses y acuíferos. Y no suelen ser episodios pasajeros, de unos meses. Normalmente, una sequía dura, como ésta, suele durar al menos 15 meses y puede prolongarse durante dos o tres años. Ya ocurrió a comienzos de los años ochenta y de los noventa del pasado siglo. Y desde entonces no hemos padecido una gran sequía en nuestro país. Hasta este año. Al hilo de la importante coyuntura, en materia de agua, que está viviendo nuestro país, de las proyecciones sobre evolución futura de las precipitaciones -nada optimistas- que nos señalan los modelos de cambio climático y haciendo hincapié en la gestión del agua que se lleva en nuestro territorio puede ser oportuno realizar algunas consideraciones sobre la cuestión. La sequía afecta muy duramente a los cultivos de secano, como está ocurriendo este año, con plantones de almendro que se están secando de raíz. En el marco de las proyecciones de cambio climático tendremos que reflexionar sobre la oportunidad futura de estos cultivos y los cambios varietales que habrá que introducir en unas condiciones de clima futuro más cálido y con menos lluvia. El regadío, de momento, no nota tanto la sequía. Aunque si no llueve bien en otoño, el panorama comenzará a complicarse. Asegurar las dotaciones para estos cultivos, que sí son rentables en nuestra provincia, debe ser objetivo prioritario del nuevo Plan Hidrológico Nacional que tiene que redactarse. Otra cosa es el origen que puedan tener esas aguas. Con los cálculos que han realizado diferentes organismos, oficiales y de investigación, sobre impacto del cambio climático en los recursos de agua disponibles en las próximas décadas en nuestro país, difícilmente van a poder justificarse grandes transferencias de agua, a no ser que vengan del norte peninsular y esto es muy poco probable. La reutilización va a ser una baza muy importante para garantizar dotaciones agrarias en las próximas décadas. Por su parte, los abastecimientos urbanos en nuestra provincia, de momento, están garantizados. En el área abastecida o con posibilidad de conexión a la Mancomunidad de Canales del Taibilla muy difícilmente habrá problemas. Es curioso el hecho de que la zona más seca de España nunca haya tenido problemas de abastecimiento de agua, ni en momentos de durísimas sequías en la segunda mitad del siglo XX. Lo que habla de la excelente planificación llevada a cabo desde hace décadas por este organismo de gestión de agua que ha sabido apostar por la diversificación de fuentes de abastecimiento para garantizar las demandas. Y las desaladoras construidas en los últimos años le otorgan una autonomía de recursos, casi definitiva, para afrontar las situaciones más difíciles. La ciudad de Alicante, con la empresa Aguas de Alicante al frente, es un buen ejemplo de lo que estamos diciendo. Alicante, desde la creación de esta empresa de abastecimiento de agua nunca se ha quedado sin agua en el grifo. Y puede respirar tranquila porque la gestión que se lleva a cabo es una de las mejores de España, en cantidad y calidad de agua, a lo que une un sistema pionero de monitorización de aguas pluviales, un control milimétrico de fugas y una red personalizada de distribución de agua regenerada, que es única en nuestro país. Es una manera moderna de gestionar el agua, adaptada a los nuevos parámetros de planificación y gestión del agua que nos llegan desde Europa y preparada para los cambios que pueda deparar el clima en un área tan sensible como la nuestra. Paradójicamente, en nuestra provincia, la comarca donde anualmente más llueve, Marina Alta, sigue siendo la más vulnerable ante un evento fuerte de sequía. Y esto tiene una fácil solución: seguir el ejemplo de lo que se ha hecho en el sur de la provincia o en la Marina Baixa.

La sequía no debe afrontarse desde el catastrofismo ni desde la prisa. Las medidas para paliar sus efectos hay que planificarlas con tiempo. La que estamos padeciendo ahora nos ha pillado con las tareas mejor hechas en comparación con las que tuvieron lugar en los pasados años ochenta y noventa, especialmente en los abastecimientos urbanos. Pero no podemos bajar la guardia ante lo que nos señalan los modelos de cambio climático para las próximas décadas. Y los principios y acciones para llevar a cabo una buena adaptación a esta nueva realidad, para realizar, en definitiva, una buena planificación del agua deben ser eficaces y modernos, como ya están haciendo muchos territorios europeos.