Curiosamente Podemos ha logrado poner de los nervios a la derecha más rancia y casposa de este país. Todos ellos han sacado su artillería pesada y han apuntado a su líder Pablo Iglesias para derribar a Podemos. Y esta paradoja que no logro entender se acentúa, dándole un realce que quizá nunca hubiera conseguido, conforme pasan los días y se presentan debates televisados como el de los sábados por la noche en La Sexta. En teoría los votos que Podemos ha conseguido en las elecciones europeas son más del PSOE y de IU que del PP. Sin embargo, los principales valedores y promotores de Podemos son la derecha más derecha de este país: Esperanza Aguirre, Eduardo Inda, Paco Marhuenda y el impresentable y desaparecido en La Sexta, Alfonso Rojo. Si esta pléyade de palmeros del PP hubiera optado por la prudencia o continencia verbal, Podemos no podría tanto. Seguro.

Y ante tanta mezquindad yo me pregunto ¿y si ganaran las próximas elecciones? Tengo necesidad física y metafísica de un cambio sustancial. No lo van a dejar peor de lo que ya está. No soporto más esto. Y digo Podemos porque creo que ha engullido a casi toda la izquierda, aun siendo similares sus programas. El PSOE con sus constantes guerrillas internas e IU se ha anquilosado. Creo que millones de españoles sentimos esa misma necesidad. Abrumados por la historia, angustiados por la degeneración política, hastiados de la incomodidad de vivir así. Y conste que soy un burguesito privilegiado, no digamos quienes viven en los desafueros del destino.

Yo lo he repetido hasta agotarme: no los voy a votar, pero no porque no me guste su programa, que me gusta, sino porque no creo en las decisiones asamblearias ni tampoco en ciertos extremos aún por demostrar. Me duelen las pocas neuronas que mis amigos me dirán que me quedan, pero no creo que sean pro-etarras por coincidir en algunos postulados con Bildu. No creo que sean pro-bolivarianos por ensalzar algunas virtudes, que sin duda las hay, en el régimen de Chávez. Maduro ya es otra cosa. Este tiene el problema de creerse tocado por Dios y esos sí que me aterran. Caudillo por la gracia de Dios? ¿recuerdan? Ni creo que sean pro-Castro por ensalzar algunas ventajas del régimen castrista.

Y tampoco tienen por qué fracasar. Son muchos a apoyarlos, son más a defenderlos de los inhumanos ataques de los poderosos y los conformistas. He vivido decenios de crueldades e injusticias, soy un pobre burgués culturalmente mediocre. He visto y veo desigualdades pavorosas, inexplicables, injustificables. He visto beateríos fanáticos y tradiciones brutales. Relegar a la ciencia, a la filosofía, al mínimo saber. He visto falsear la Historia. Robar, sobornar, caciquear, conciencias anuladas. Violencias policiales, que aún perduran. Millones de aduladores. Zafiedad, como la de ahora. Mujeres reprimidas y no por sus voluntades. He vivido los últimos cuarenta años, en una corrupción generalizada, aceptada y no perseguida. Una democracia aceptable, pero balbuceante e inmóvil. Mentir para gobernar. Gobernar para mentir. Torturas y derechos humanos contravenidos. Soberbias y vanidades. Gente buena, gente mala. Políticos miserables. Obispos y generales con sus espadones. Comedores escolares cerrados, como ahora. Muertos olvidados, siempre de un lado. Justicias eternas escritas en una Constitución inmóvil y que ya no me gusta. Una Monarquía en la que ya no creo, ni creí nunca, abrazada por una «teórica» izquierda que es republicana pero que quiere un rey. Paradojas del querer gobernar por encima de principios. Sindicatos, patronales, huelgas reprimidas, manifestaciones boicoteadas. Reinos de taifas autonómicos. Insultos y calumnias a granel para quien difiere. Europa no se sabe ya si deseada. Deudas impagables. Los de arriba y los de abajo. País de drogas. De concordias provisionales. Avaricias y despechos. Escándalos monumentales imprevistos. Envejecido país, juventud bifurcada. Parlamento como museo nacional, como el de cera. Jóvenes caminantes abstraídos en sus teléfonos. Pobreza ocultada. Viviendas desahuciadas. Bancos estafadores. Yo quiero que se haga un balance de España, con sus pros, que han sido muchos, y sus contras, que han sido más. Quiero que venga alguien, algo, lo necesito, física y mentalmente, a lo que agarrarme para seguir o empezar a creer en mi país, no quiero vivir por más tiempo en la libertad vigilada en la que nos consumimos.

Quisiera que ese deseo se convirtiera en Pedro Sánchez o en su valedora Susana Díaz. De verdad que siento ese deseo, pero no sé, un sexto sentido me dice, ojalá que equivocado, que esto es más de lo mismo. Un error al cuadrado o al cubo. Hasta que el Partido Socialista no levante las alfombras de su pusilanimidad, se regenere de arriba a abajo y obre con dureza como un partido de izquierdas, la gente, desesperada, no yo, confiará en Podemos más que en ellos. De usted depende, señor Sánchez.