El 5 de agosto se cumplen ciento veintiocho años del nacimiento en Alicante de Óscar Esplá y Triay, en el número 4 de la calle San Francisco, esquina a Canalejas, actual Plaza de Calvo Sotelo. Y también habrán transcurrido cien años desde que la Corporación Municipal le declarase «Hijo preclaro de Alicante». En calles muy céntricas y próximas a la vivienda en que nació Óscar Esplá lo hicieron, entre 1879 y 1888, quienes se llamarían amigos-hermanos: Gabriel Miró en Castaños 14; Germán Bernácer en el 10 de la calle Princesa, la actual calle Altamira; Emilio Varela en el número 43 actual, de la calle Barón de Finestrat, antes Teatinos; Eduardo Irles en la calle Parroquia número 8, actual Díaz Moreu, y Juan Vidal en el número 6 de la calle Labradores. Pareciera que el impulso vivificador que alentaba hacia una sociedad renovada, hubiese esparcido inteligencia, sensibilidad y espíritu creador en el semillero de una ciudad que entonces se proyectaba ilusionada hacia el fin de siglo potenciando a aquellos nuevos habitantes.

La conmemoración del nacimiento del gran compositor, unida al centenario del reconocimiento por su ciudad como «Hijo preclaro», se unen a las significativas acciones que las instituciones culturales y privadas han dedicado recientemente a la figura, menos notoria en su ciudad, aunque significativamente importante en el ámbito internacional, del economista-humanista Germán Bernácer Tormo, lo que me invita a evocar la relación entre ambos.

Aunque con rasgos de carácter bien diferenciados -Esplá, abierto a la comunicación y con acusado sentido de proyección social, y Bernácer, tímido e íntimo, de extrema sencillez- les unía la temprana amistad y mutua admiración por la inteligencia y gran nivel cultural que ambos se reconocían. Cosecharon triunfos muy jóvenes: Esplá con premios y éxito de sus obras musicales, reconocidos y celebrados en su ciudad, y Bernácer siendo el más joven catedráticos habido en la Escuela de Comercio, y economista precursor.

Óscar Esplá, en la conferencia que pronunció con motivo del XXXI aniversario de la muerte de Gabriel Miró, citó a sus amigos de juventud, y en primer lugar a Germán, aquel joven catedrático que a muy temprana edad dominaba el francés, inglés, alemán e italiano, al que destacaba diciendo: «Germán Bernácer, cuyo extraordinario talento científico empezaba a manifestarse».

En 1914, año en el que Esplá mereció el reconocimiento de la ciudad como «Hijo preclaro», Bernácer terminó su primera gran obra sobre economía titulada Sociedad y Felicidad, editada en 1915 y que dedicaba así: «A mi fraternal amigo Óscar Esplá». La culminación de Sociedad y Felicidad, cuyo expresivo título tanto nos dice del enfoque humanista de su autor, coincidía fatalmente con el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Se dedicaron mutuas ayudas y reconocimientos. Cuando Esplá, quiso regresar tras catorce años de exilio iniciado en 1936, sufría importantes dificultades económicas y precisó la ayuda de su amigo Germán. El economista, entonces Jefe de Estudios del Banco de España, se la proporcionó generosa y eficazmente. También resolvió Bernácer las dificultades político-administrativas que Óscar Esplá tuvo para su lograr el regreso.

Cuando el compositor llegó a Madrid tras su largo exilio halló sobre su mesa de trabajo un ejemplar de la reconocida obra bernaciana La Doctrina Funcional del Dinero con la siguiente dedicatoria: «A Óscar Esplá, a quien me unen muchos lustros de fraternal amistad y el recuerdo nostálgico de tantos caminos que hemos andado juntos. Germán».

En 1955 Bernácer publicó su última obra, Una Economía Libre sin Crisis y sin Paro que es exponente de las preocupaciones esenciales del economista, fruto de cincuenta años de trabajo reconocido por los más prestigiosos economistas europeos y americanos. Esta obra, sin perder su carácter científico, pone al alcance de los economistas, y de quienes no lo son, su síntesis de solución original basada en principios de libertad, iniciativa privada, eficiencia y justicia social. El éxito alcanzado por esta obra, cuyo título nos trae a colación problemas que actualmente afectan a nuestra sociedad, agotó la edición haciendo difícil actualmente hallar algún ejemplar, lo que invita a su reedición por las Instituciones alicantinas. Tras su publicación Óscar Esplá escribió en ABC un artículo con el mismo título que el libro, en el que recordaba algunos hechos que le vinculaban a Bernácer, y rememoraba que en 1940 recibió Germán Bernácer una carta del eminente economista inglés Sir Dennis Robertson, compañero de Keynes en Cambrigde, en la que reconocía la influencia que Bernácer ejerció en él y haber reproducido un método analítico que el alicantino había escrito muchos años antes en su trascendente Teoría de las Disponibilidades. Esta afirmación recogida en un artículo de Robertson tuvo una gran resonancia internacional.

En 2015 se cumplirán cincuenta años desde que falleciera el gran economista, tan olvidado en España y reconocido mundialmente. Bernácer ha obtenido de los economistas españoles, y en mayor medida de los extranjeros más prestigiosos en la ciencia económica, numerosos reconocimientos a su originalidad, carácter anticipativo y modernidad.

En Alicante, por mi iniciativa y trabajos de ordenación, catalogación y montaje que ralicé, y especialmente por la generosidad de sus hijos, contamos desde 1997 con el Despacho-Archivo Germán Bernácer, abierto a investigadores, en el que se encuentra toda su biblioteca, documentación personal y obra científica, con sede en la Universidad de Alicante y gestionado por la Fundación Caja Mediterráneo. Se ha creado recientemente el Foro de Debate Económico Germán Bernácer integrado por despachos de profesionales de la economía y del derecho; se ha editado por el Instituto de Cultura Juan Gil Albert un volumen titulado Germán Bernácer y la edad de plata en Alicante en el que hemos participado varios autores, y en los últimos meses se han celebrado en Alicante dos conferencias de contenido biográfico sobre el ilustre alicantino. Pero Alicante debe a Germán Bernácer Tormo un reconocimiento del tenor del que hace ahora un siglo concedió a su gran amigo Óscar Esplá. Es manifiesta la necesidad del reconocimiento oficial por la ciudad de Alicante a su ilustre economista, que resumimos en dos acciones: Nombramiento de Germán Bernácer como «Hijo preclaro» (todo cuanto la RAE define como preclaro se da en Bernácer: esclarecido, ilustre, famoso y digno de admiración y respeto), así como la dedicación a él de una importante plaza o avenida de la ciudad, para lo que ya hemos oído voces que lo comparten. Óscar Esplá, Gabriel Miró y Germán Bernácer son los genios y más ilustres alicantinos de la mencionada edad de plata. Los dos primeros fueron proclamados en distintos momentos «Hijos preclaros de Alicante»; en la ciudad Gabriel Miró tiene dedicada una recoleta plaza, y Óscar Esplá una importante avenida, siendo Bernácer el olvidado o preterido. Es la hora, inaplazable, de la Corporación Municipal de la ciudad de Alicante, cuyos títulos de «Ilustre, Egregia, Noble, Leal y Siempre Fiel», han de mantenerse y afianzarse con la acción de sus ediles. Estoy convencido de que estas propuestas serán bien acogidas por los alicantinos y apoyadas por muchas instituciones.

Para quienes nunca han leído a Bernácer creo necesario reproducir un párrafo del final de su conferencia, en 1952, en el Institut Cientifique d´Economie Appliquée de París, que es exponente de su sensibilidad y pensamiento:

«La libertad es un bien, uno de los mayores bienes de que cabe gozar. No puede ser incompatible con la justicia. De otro modo habría que convenir en que vivimos en un mundo irreductiblemente contradictorio, en que los bienes necesarios a nuestra dicha se muestran inconciliables. Yo no soy tan pesimista. Es por la justicia como se puede ganar la libertad; es por la libertad como se puede obtener la justicia, puesto que la coerción es ya una injusticia y una desventura». Y concluye: «la libertad, la eficacia, la justicia y la paz son los cuatro pilares sociales sobre los cuales debe asentarse la dicha de los hombres. Hay otras cosas que les son también necesarias, pero esas pertenecen a la intimidad de sus almas».

Fue la de Germán Bernácer una vocación cultivada durante la mayor parte de su vida sin afán de protagonismo alguno. Lo importante para él no fue ser economista, sino favorecer una economía libre, sin crisis y sin paro -como sintetiza el título de su última obra doctrinal- y, recordemos que también según su pensamiento, una economía que proyectase a la Humanidad hacia la libertad, la eficacia, la justicia y la paz, como los cuatro pilares sociales sobre los cuales debe asentarse la dicha de los hombres.