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Eliseo Gómez Serrano, el primer fusilado

Terminaba yo mi conferencia de hace unos días en Elda con la cita de dos ilustres víctimas, una por bando, de la Guerra Civil española en Alicante de cuya conclusión se han cumplido ahora tres cuartos de siglo. Una de ellas, muy poco recordada ni siquiera durante el franquismo, es Juan de Dios Ponce y Pozo, el administrador apostólico sede plena de la diócesis de Orihuela, es decir quien ejercía de obispo en funciones y en actual proceso de beatificación, asesinado en la madrugada del 30 de noviembre de 1936 tras ser sacado con nueve sacerdotes más del colegio oriolano de Jesús-María, convertido en cárcel, y asesinado junto a ellos en las tapias del cementerio de Elche. Monseñor Ponce era natural de Guadix, tenía tres doctorados en Roma y ejercía también como abad de la colegiata de San Nicolás de Bari.

El otro, fue el valenciano Eliseo Gómez Serrano, catedrático de Geografía y director de la Escuela Normal de Maestros de Alicante, concejal de esta ciudad en 1931 y diputado a Cortes cuando las elecciones generales de febrero de 1936 dentro de la candidatura común del Frente Popular si bien pertenecía a Izquierda Republicana. Datos biográficos genéricos más amplios resultan fáciles de encontrar y no hace falta detenerse en reproducirlos.

Mi tío Rafael Matas y mi propia madre fueron maestros y alumnos suyos; ambos me hablaron de la formación, bonhomía, honradez e inquietudes culturales de don Eliseo. El primero, además, me comentó una anécdota de la que fue testigo presencial en los primeros días de la guerra civil. Las turbas pretendían entrar en San Nicolás con intención de saquear e incendiar el templo. Gómez Serrano se subió al basamento de una de las columnas de la portada y las primeras palabras que pronunció fueron textualmente: «Pueblo soberano, yo os digo como Platón, pegad pero escuchad». Su intervención contundente sirvió para disuadir de sus propósitos a aquellos violentos.

Según cuenta en su postrero libro La estampida José Mallol Alberola, negociador con el teniente coronel republicano José Muñoz Vizcaíno del final incruento de la guerra en Alicante y fugaz primer gobernador civil del franquismo, le ofreció a Eliseo Gómez la posibilidad de huir de España cuando la contienda tocaba a su fin pero le replicó que él no había cometido ningún delito y prefería quedarse. Tenía mujer y tres hijos de 19, 16 y 12 años, Emma, Blanca y Francisco de Paula Gómez Martínez.

Nada más concluido el conflicto bélico fue detenido y tras Consejo de Guerra sumarísimo, condenado a muerte y fusilado en la madrugada del 5 de mayo de 1939 junto a nueve personas más. Me contó hace años José Ramón Clemente Torregrosa, encarcelado con él, que le oyó decir aterrorizado que le habían solicitado pena de muerte y él no había hecho nada. La Hoja Oficial de Alicante del día 9 publicó una escueta reseña bajo el epígrafe «División 17 E.M. Ejecución de sentencia» donde se hacía constar la relación de los que se convirtieron en primeras víctimas de aquella posguerra civil, encabezada por Eliseo Gómez Serrano. Los días 15, 17 y 22 de mayo se sucedieron los siguientes fusilamientos.

Entre 1939 y 1945 se ejecutaría a 721 condenados a la máxima pena en toda la provincia. Una obra de finales del siglo XX coordinada por el profesor Santos Juliá recogiendo datos de dos estudiosos del tema como Vicent Gabarda y Miguel Ors Montenegro, cifra en 840 las víctimas de la represión republicana y en 742 las del franquismo en las tierras alicantinas.

No olvidemos que sólo en la capital registramos como destacados en el año 1936, el 12 de septiembre el fusilamiento de 52 falangistas de la Vega Baja por intentar liberar a José Antonio Primo de Rivera, la ejecución de este mismo el 20 de noviembre junto a cuatro noveldenses, otros 52 presos políticos de la cárcel en la tristemente famosa saca del 29 de noviembre, ametrallados en la pared interior norte del cementerio alicantino, y poco antes, el 9 de octubre, el fusilamiento del general José García Aldave, comandante militar de Alicante, un teniente coronel, un comandante, un capitán y tres tenientes.

El cumplirse ahora los 75 años desde la injusta muerte de un hombre honesto como Eliseo Gómez Serrano nos debe servir para reflexionar sobre a qué conducen los enfrentamientos fraticidas, la radicalización de posturas y las ganas recientes de algunos extremistas maniqueos en reabrir heridas y resucitar rencores olvidados.

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