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Insistimos: lo personal es político

El modelo tradicional (histórico) de organización social se asienta sobre la existencia de dos esferas o ámbitos separados, especialmente a partir de la Modernidad. De un lado, la esfera pública (en sentido amplio), que se asocia con lo productivo, es decir, con el prestigio, el reconocimiento, el dinero; en definitiva, lo socialmente valorado, a lo que comúnmente podríamos denominar poder. De otro, la esfera estrictamente privada o ámbito doméstico, que se asocia con lo reproductivo y que carece de prestigio, de remuneración y de reconocimiento social; en definitiva, el no-poder. La primera se atribuyó a los hombres y la segunda a las mujeres. Y aunque la proclamación de la igualdad favoreció la incorporación de las mujeres a la esfera pública, no se acompañó de una correlativa entrada de los hombres al ámbito doméstico, al del no-poder

Con el término política, los griegos designaban aquello que pertenecía a la polis y, en consecuencia, lo político significaba lo opuesto a lo particular, personal o privado, y se refería a lo común, a lo que a todos concernía. Esta concepción no ha experimentado cambios sustanciales. Y, por tanto, supone que las actividades y relaciones que se desarrollan y establecen en lo que se identifica como la esfera estrictamente privada son, de algún modo, irrelevantes y, por tanto, apolíticas o accesorias. Y nada más lejos de la realidad, pues la esfera pública necesita de la privada, lógicamente, para subsistencia.

En el contexto de las revoluciones sesentayochistas, el movimiento feminista, con el lema «lo personal es político», ponía de manifiesto la relevancia pública (política) de las cuestiones tradicionalmente consideradas como privadas, tales como las relaciones familiares, la crianza de las hijas e hijos o la división sexual del trabajo. En consecuencia, todo se puede asociar con lo político. Hasta lo que se considera más personal, como las relaciones de pareja.

Casi medio siglo después de ser acuñado, hemos de seguir enarbolando el mismo lema porque no hemos conseguido que realmente se redefina el ámbito de lo político. Buena prueba de ello es que el miércoles pasado se presentara el primer estudio sobre violencia de género en la Unión Europea basado en encuestas ¡El primero y estamos en 2014! En los primeros 66 días de 2014 han sido asesinadas en España 15 mujeres por sus parejas o exparejas (sin contar las asesinadas por vínculos familiares con las anteriores) pero la relevancia pública de este terrorismo machista es apenas imperceptible. La última encuesta del CIS sitúa a la violencia machista en el puesto nº 17 de las preocupaciones de la ciudadanía ¿No va siendo hora de darle la prioridad política que merece? La violencia machista es cuestión de Estado. Insistimos: lo personal es político.

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