Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los galones del turismo

Datos y más datos; estadísticas y estudios; toda clase de análisis refrendan los buenos resultados del sector turístico. Este año, de nuevo, España repunta y bate todos los resultados habidos hasta la fecha. El turismo se consolida y se coloca como una de las actividades en las que se puede confiar para superar la dificultad económica del país. Y, uno piensa: ahora, sí. Por fin ya nadie podrá negar que esto del turismo va en serio. A ver: si funciona, da buenos resultados, aguanta las peores crisis y, además, esto se puede demostrar documentalmente, quién se va a resistir a apreciar sus méritos y a dignificarlo como una auténtica industria. Una de esas con su mayoría de edad y su pedigrí. Ahora sí que vamos a poder sacar pecho y pavonearnos por haber apostado por un sector triunfante al que le llueven los parabienes y reconocimientos.

Bueno, pues, ni así. No es que se le niegue la evidencia de sus buenos resultados -faltaría más, a ver quién osa-, pero medallas, diplomas, mármol para la posteridad, galones para distinguirlo en lo más alto de la escala social, eso ya es otra cosa. Que tire del carro como siempre, eso sí; pero luego que se haga a un lado para dejar paso a los sectores de buena familia y alto abolengo. Esos que crean riqueza consistente, aunque luego se rompan a la menor tensión a la que los someta una seria crisis. Esos que crean puestos de trabajo de los llamados de calidad, aunque se volatilicen al más mínimo soplido dado por un mal viento. Grandes patronos, magnates de las finanzas, sindicalistas, gobernantes, todos dejan entrever que preferirían un futuro que no se asentara sobre los cimientos del turismo. Puede tener un papel como salvador circunstancial en un momento dado pero? ¡donde estén los clásicos!

Es comprensible la desazón de los destinos y zonas turísticas al no poder demostrar su valiosa aportación a la economía. Rinden, sí; pero al no serles reconocido, no pueden recibir compensación, ni siquiera moral, al esfuerzo que realizan. Cualquier otro sector, mucho menos productivo, como tiene adjudicado un mayor peso social tiene acceso a planes de incentivación y ayudas, pero esas industrias que se desarrollan en los espacios turísticos con sus medios ya van bien. Lo que producen bienvenido sea, eso sí.

Y, ¿qué más tendríamos que hacer? Mira que no dejan de aparecer cifras positivas, récords superados y nada, ni por esas. ¿Saben como son calificadas estas declaraciones? De triunfalistas. No son apreciadas. No añaden prestigio para el sector que las produce. Como si la audiencia estuviera harta de escuchar tanta presunción. No sirve publicar mejora sobre mejora. Nos hemos acostumbrado.

Pues, si este proceder ya no sirve; si no consigue demostrar la fortaleza del turismo y el peso de los destinos dentro del contexto económico, no sigamos erre que erre. Tendremos que inventar otro sistema de hacerse oír. Yo propongo dar un cambio de 180 grados. Darle la vuelta al calcetín. Hacerlo al revés. Si mostrando los poderes, por muy ajustados que estos estén a la realidad, no se consigue hacer mella, pues utilicemos el proceso contrario: El «Apagón».

Aplicando esta fórmula espero que podamos hacer notar la decisiva trascendencia que el turismo tiene para una comunidad. Al menos para la de nuestra región que tanto le debe. Consiste en lo siguiente: Si mostrar la foto realista con todos los detalles no conduce a nada, borrémosla, dejemos el cuadro en blanco y seguro que llama la atención. O mejor que en blanco pongámoslo en negro, que aún impactará más. Hagamos el ejercicio de mostrar cómo sería la situación después de eliminar todo vestigio del turismo. Si una ciudad iluminada no consigue impactarnos, hagamos la prueba de apagar sus farolas en la mitad de la noche, a ver si así logramos hacer reparar en la importancia que tiene el funcionamiento de la iluminación. Estoy convencido que, por este procedimiento, nadie dejaría de notar su falta por lo difícil que nos resultaría, en estos tiempos, funcionar a oscuras.

Les voy a poner un ejemplo práctico: Observen una foto panorámica de Elche. ¿Se imaginan el paisaje de Elche sin palmeras? Como nos hemos acostumbrado a verlas y disfrutarlas lo encontramos de lo más normal, pero hagamos el ejercicio del «Apagón», borrémoslas (usando el PhotoShop dicen que es fácil) y pasaremos a notar la necesidad que se tiene de su existencia. Las casas se verán mejor. Los monumentos realzarán más. Hasta las personas serán percibidas con más notoriedad. Pero, seguro que no nos gusta lo que vemos.

Tranquilos. El turismo, ese «chusquero» al que apenas se le conceden galones, seguirá aportando su rendimiento y un buen día llegará en que, por sus méritos, será condecorado merecidamente. Mientras tanto, no teman que nadie lo va a borrar de la foto.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats