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Vocación de resplandor

Hay unos versos de Hugo Mujica que dicen: Que el horizonte nunca se alcance / es el don de la vida. Ese horizonte que nunca se alcanza es lo que convierte la experiencia vital del ser humano en insatisfactoria porque el hombre siempre ha sentido que sus aspiraciones trascienden la finitud que le constriñe. Nota que ha sido excluido de algo más grande que él mismo y en la búsqueda de ese absoluto, llamémosle así, cifra una meta imposible. Alas los labios, de Pilar Blanco, es precisamente esa búsqueda necesariamente infructuosa, esa «vocación de resplandor» en el alambre de la existencia, lleno de «jirones de otras pieles y vidas» que también lo intentaron. Sin embargo, y volviendo a los versos de Mujica, ese es el valor de la vida: la propia búsqueda, aunque nada haya detrás; saber de la caída y dar un paso / y aún otro más. Al filo: / llegar tampoco importa; vivir eternamente equivocado, sí, pero sembrar en el error rosas futuras. Esa búsqueda es siempre hacia dentro porque nada hay afuera que no sea yo misma y porque si se excavan subterráneos edenes es para llegar arriba. Sin embargo, la poeta no es más que el polvo que levantan [sus] manos al ahondar / en pos del imposible. Aunque la búsqueda per se es un consuelo, es inevitable el nihilismo que la acompaña. Esa introspección es un pozo sin brocal abocado a la inexistencia y aunque pensemos en la eternidad, ésta contra todos despiensa. Cualquier intento de respuesta a los interrogantes de la vida, no son más que larvas que inician la sucia metamorfosis de la nada. La desazón ante el vacío la combate la poeta a través de la ataraxia, del despojamiento de sí misma, incluidos los recuerdos. Se trata de hacer propósitos de espuma, un eclipse del yo. Participar de los instantes hermosos, aunque efímeros, del mundo, fundirse con ellos como jinetes sobre el quiebro del relámpago y alcanzar así un atisbo de eternidad. Y, por supuesto, la propia labor creativa, que redime a la poeta de los acuciantes anhelos. Escribir porque me atraviesa el lenguaje y me hace humana / de su dolor asida / del agua turbulenta de mi voz y sus células.

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