Hay un topo en el Palau de la Generalitat, que tiene distraídos a propios y extraños, y que filtra los papeles que conciernen a la ahora todopoderosa secretaria autonómica, pero antes desconocida Esther Pastor. Es un síntoma del desconcierto alrededor del entorno del president Fabra, quien va a cumplir ahora dos años de la llegada a la presidencia de la Generalitat, investido pero no elegido por el pueblo. Los consellers andan despistados entre suspicacias mutuas, se cuestiona el tándem Pastor-Castellano y aumenta la desconfianza hacia el vicepresident y «comandante en jefe» del PP alicantino, José Císcar. Mientras, Paco Camps declara por el caso Noós y afirma casi como la Infanta, que «todo se ha hecho bien», y que con Urdangarín poco se reunió, o poco recuerda. Últimamente hay una pérdida de memoria terrible en los juzgados.

El «trencadís» del edificio del Palau de les Arts se está cayendo a trozos. Pasa como con las pirámides de los faraones, que con el tiempo se deterioraban, aunque antes engullían a quienes las habían mandado construir. El arquitecto Santiago Calatrava podría ser el primero que sobreviva a sus obras distribuidas por el mundo y reinantes en Valencia. Tiene una página dedicada en internet, «Calatrava, te la clava». El arquitecto incluso ha mandado investigar para descubrir, como quien descubre la pólvora, que un partido político de la oposición anda detrás de la antipropaganda.

Los trabajadores de la extinta Radio Televisión Valenciana, siguen persiguiendo al president donde quiera que vaya, y se manifiestan día sí y día también ante el Palau. Otro gallo les hubiera cantado si hubieron sido así de reivindicativos mucho antes. Aun así los valencianos queremos que vuelva un Canal 9, pero totalmente distinto que obedezca, ahora sí a la reglas del periodismo independiente.

Pero los populares valencianos tienen que lanzar sus últimos cartuchos ante la debacle que les anuncian las encuestas. Toca ahora agitar el fantasma del pancatalanismo, para lo que se ha montado una algarada en torno a la Academia Valenciana de la Llengua (AVL), acusándole nada más y nada menos de catalanista. Se ha hablado incluso de cerrar la Academia, que ahora según podría ser un núcleo de «fusterianisme». Finalmente se ha acabado pasando la patata caliente al Consell Jurídic Consultiu, donde habitan todos los ex-presidents, incluido Camps.

García-Margallo, ministro de exteriores y de Gibraltar español, supervisa el panorama valenciano, que no la gusta nada. Incluso se atrevió a decirle a Fabra en una cena privada en Valladolid, que o se toma en serio la carrera electoral o deja paso a otro. Los sondeos valenciano caen como chuzos en Génova. Una macroencuesta para toda España sitúa al PSPV por encima del PP en votos y escaños. Incluso se puede concluir que Rita Barberá, sempiterna alcaldesa de Valencia, ganaría las elecciones pero perdería la alcaldía ante el eventual ascenso de otras fuerzas progresistas. Hay un topo en el Palau. Atentos.