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Josefina Bueno

Racistas sin complejos: ¿Es Francia un espejo de Europa?

n desafortunado incidente ha desatado las alarmas en Francia, en el seno del gobierno, entre la oposición y hasta en la propia ciudadanía. Tres episodios racistas hacia la ministra de Justicia francesa Christiane Taubira han originado un debate sobre el racismo en Francia. Hace un par de semanas, una militante del Frente Nacional -hoy expulsada del partido- dijo refiriéndose a la ministra que «estaría mejor entre las ramas, buscando el plátano». Pocos días después, en un acto al que acudía, se encontró con un grupo de personas afines a la extrema derecha protestando contra el matrimonio homosexual -¡aprobado hace meses!-; entre ellos una niña, presumiblemente hija de algún asistente preguntó «para quién es el plátano, para Christiane? comparándola así con un simio». Esta misma semana, llegó la gota que ha colmado el vaso; la portada del semanario de extrema derecha Minute, muestra una foto de la ministra con la frase: «Taubira ha encontrado su plátano». El fiscal general del Estado ha intervenido, se han sucedido las peticiones de requisar los 40000 ejemplares en una defensa a ultranza de los pilares de la República. Al margen de la publicidad a una revista minoritaria, lo que ha conseguido es el rechazo unánime de los dirigentes de los diferentes partidos, incluido el rechazo -hipócrita- de la dirigente del FN, Marine Le Pen. ¿Hipócrita por qué? Pues porque si bien es cierto que no todos los electores y simpatizantes del FN son racistas, es falso afirmar que no hay ideología xenófoba en ese partido. Hace unos días, era noticia en un periódico francés cómo una militante, de origen argelino, había abandonado sus filas debido a las tesis claramente xenófobas y anti-musulmanas de algunos de sus compañeros. Los ataques racistas hacia la titular de Justicia han sido portada de todos los periódicos, han ocupado editoriales, han centrado los debates en la televisión y han provocado una respuesta unánime de apoyo a la ministra. Incluso el periodista de TF1, Harry Roselmark, primer periodista negro que presentó un telediario, se ha mostrado indignado en una entrevista en Le Monde porque esos ataques racistas le devuelven a una condición primaria, absolutamente desaparecida de su imaginario. Chistiane Taubira es una de las ministras más sólidas y válidas del ejecutivo de Hollande, es originaria de La Guadalupe pero su condición de negra ha invadido su identidad para algunos, lamentablemente. Hay quienes opinan que estos incidentes indican que el racismo nunca desapareció, que siempre estuvo en la sociedad y en la actualidad asistimos a la «liberación» de la palabra racista. Para Pap Ndiaye, historiador y especialista en la condición negra, parece que es más políticamente correcto justificar el racismo que pensar en el antirracismo. De cualquier forma, la reflexión que cabe hacer es, ¿qué ha ocurrido para que Francia, una parte de la sociedad, dé señales evidentes de planteamientos xenófobos? Varios elementos comunes recorren Europa: un sentimiento anti-europeo, un sentimiento anti-emigración -especialmente hacia africanos y musulmanes- un rechazo a las políticas de austeridad y una peligrosa defensa de los nacionalismos. A ello hay que añadir un desplazamiento del discurso de la derecha hacia la extrema derecha quien se ha sometido a un lifting democratizador que abarca desde la imagen de su lideresa, Marine le Pen, hasta la amplitud de su electorado. No han ayudado mucho las últimas decisiones del ministro Valls en temas de deportaciones, rechazos a campamentos de gitanos rumanos, endurecimiento de las condiciones de acceso a la ciudadanía francesa? Estos tonteos no hacen más que crear un caldo de cultivo desde la «izquierda» que actúa como barniz reparador para quienes se sienten «naturalmente racistas» y quieren expresarlo. Con todo ello, llegar a tener un comportamiento racista se puede incluso entender -a tenor de lo que dicen las últimas encuestas- y ahora encima, se ha perdido el pudor a decirlo. Otros factores pueden influir como la impunidad de las redes sociales o el que algunas personas, que despiertan ese rechazo racista, ostentan hoy cargos políticos como la ministra francesa o la italiana Cécile Kyenge, víctima igualmente de continuos ataques racistas. Se olvida que el racismo no es una opinión sino un delito, se olvida que la comparación automática del hombre o la mujer negra con el simio es un mal síntoma. La respuesta debe ser implacable, máxime en tiempos de crisis económica y de valores en los que abunda la asquerosa envidia hacia quien está peor que tú. Se impone el «Tod@s con Taubira» en Francia y en Europa, ante el preocupante aumento del FN en la próxima cita europea y la amenaza de crear, con Marine al frente, una coalición europea claramente xenófoba y populista. Hasta la vicepresidenta de la UE, Vivianne Reding ha expresado su incondicional apoyo a la ministra calificando estos insultos de insoportablemente racistas e indignos. Convencida de que estamos ante una minoría intolerante, zafia, empobrecida mentalmente y deslenguada, es importante alzar la voz ya que el silencio o la pasividad resultan infinitamente peor que estas barbaridades. Aunque España, de momento, se libra de este preocupante aumento, ¡cuidado! con los discursos excluyentes por mucho que se maquillen con piel de cordero.

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