El día de la Diada pasaba por Barcelona. Y si quieren que les diga la verdad, observé una sociedad enferma. Porque yo que he vivido dos años en Barcelona, jamás había visto semejante tontuna textil de banderas en los balcones. Una sociedad está enferma cuando proclama frases tan manidas y mentirosas como «España nos roba». O «fuera de España se acaba la crisis». El nacionalismo y sus estrategias educativas de muchos años han construido una realidad irreal. Que es la que hace que un chaval queme la bandera de España porque cree que está invadido. Eso no ha sido aleatorio, ni gratuito. Una banda de políticos de bajo calibre ha alimentado un odio propio de una nacionalsocialismo.

Miré a los balcones y vi banderas de todos los tipos. La catalana oficial, la estelada independentista, la pirata, la del Barça? Pero había más balcones sin bandera que con ella. Y en la esquizofrenia en la que se ha instalado la colectividad catalana, no poner la bandera es un gesto. A los independentistas les pasa como a los batasunos, que son todos los que van a las manifestaciones, o los que ponen la bandera en su reja. Me imagino a los vecinos subiendo en el ascensor y sabiendo quién ha puesto la bandera y quién no. Es la mejor radiografía de una sociedad dividida por unas mentiras bien hilvanadas. Hay muchos, y seguramente una mayoría silenciosa, que no han «comprado» el paquete nacionalista-independentista. Y se enfrentan a una organización capaz de movilizar a niños para que digan lo que sus padres piensan. Esa manipulación no puede ser más asquerosa y repugnante. La falta de lectura, el vacío histórico al que nos quieren llevar, es infumable si se les administra a los niños para que no piensen. Tú a tus hijos les enfundas una «samarreta» amarilla que dice «Catalonia is not Spain» y si no te entra ningún remordimiento, es que estás enfermo. El adoctrinamiento infantil catalán no se aleja de los campamentos de coros y danzas de la sección femenina franquista.

Europa es la solución. Ante tanto dislate independentista, siempre quedará Europa. Que es la única que puede poner orden a los egoísmos de estos mequetrefes. Porque egoísmo es pensar que ellos ponen más dinero a España del que reciben. Y yo también lo hago. Porque más de la mitad de lo que gano se lo lleva Hacienda, y estoy de acuerdo. Y un alemán puede decir que ellos contribuyen al desarrollo de España pagando más. Pero esto, queridos catalanes, es Europa. Esa es la construcción solidaria que nos hemos propuesto. Que es la garantía de desarrollo. El que más tiene, más comparte. Por eso hará bien Europa eliminando los beneficios fiscales históricos de las regiones. En Europa, la política monetaria y fiscal debe de ser igual, porque si no, el pergamino fundacional de esta Europa no será justo. Y yo no puedo permitir, que en base a historias pasadas, unos tengan mayores beneficios fiscales por el mero hecho de haber nacido en una parte de Europa. Porque la construcción de la Europa moderna ha sacrificado los regímenes feudales y localismos regionales para configurar una nación de naciones de iguales. ¿Se entiende? ¿O empezamos con la guerrita de banderas en los balcones? Porque saco la de mi pueblo.

Dice el diccionario de la RAE que la mandanga son «tonterías, cuentos y pejigueras». Y eso es lo más parecido a lo que está pasando en Cataluña. Una sarta de tonterías a base de un victimismo irreal construido con unos parámetros mentirosos; unos cuentos históricos hilvanados en unos libros falsificados para construir la realidad que unos quieren; y unos pejigueras para darnos, por sálvese la parte, con el fin de estar continuamente molestando a los que no opinan, y comulgan, con su estado de ciencia ficción.

La mandanga es una droga en el argot carcelario. Y a uno que estudió allí y le trataron muy bien hace veinte años, le asusta ese «endrogamiento» colectivo que perturba la mente de algunos catalanes. Yo creo que cuando tú «engañas» a la gente teledirigiéndole las lecturas y enseñándole lo que a ti te parece sin el ejercicio de libertad necesario, te conviertes en el redil de pone banderas en los balcones. Han alimentado una sola idea de Cataluña, y un solo futuro. Y eso me huele mal. Una, Grande y Libre, ya lo tuvimos aquí. Y eso es la misma mandanga.