Primer lunes de septiembre y ya salió Gallardón a anunciar por enésima vez la reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Me recuerda mucho al cuento infantil de «Pedro y el lobo», ya saben, el pastorcillo mentiroso que agotó la paciencia de la gente a base de mentiras y que, cuando de verdad vino el lobo, nadie le creyó. Pero parece que la cosa va en serio. La vicepresidenta del Gobierno, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes, afirmó que: «en este trimestre empezará a andar su tramitación e indudablemente responderá a los compromisos que se han asumido en el programa electoral del PP y que ha explicado el ministro en algunas recientes informaciones y apariciones públicas que ha tenido».

¡El PP dice que va a cumplir sus compromisos electorales! También es mala suerte que tenga que ser éste el que se cumpla y no otros. Como Gallardón no ha facilitado nunca ni un papel y ha dicho mentiras como catedrales sobre la cuestión y en la campaña electoral no se dijo nada sobre el tema, no me queda más remedio que consultar el programa electoral del PP para buscar esos compromisos. De los siete grandes ejes en que está dividido, la búsqueda del término «embarazo» (que sólo aparece una vez) me lleva al cuarto, con la rúbrica «Comprometidos con el bienestar». En apartado titulado «La familia: primera sociedad del bienestar» aparece como cuarto y último objetivo el siguiente: «Prestaremos una especial protección a los no nacidos y a la infancia. Proporcionaremos también una atención específica a las mujeres durante su embarazo y en el cuidado de sus hijos menores». Y como medida para el cumplimiento del mismo se señala lo siguiente: «La maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección de la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la maternidad. Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores».

De éstas, quédense solo con la última frase porque dudo que la anunciada reforma tenga por objeto la protección de la maternidad en el ámbito laboral, la conciliación o servicios de atención a la infancia. No, esos compromisos electorales no sólo no se cumplen sino que se establecen las condiciones óptimas para que la realidad opere justo al contrario. El único cambio admisible sería el de la interrupción voluntaria del embarazo sin plazo alguno y no van por ahí los tiros, precisamente. Así que, caperucitas feroces, atentas porque esta vez parece que sí viene el lobo a comerse nuestra libertad.