No se confundan. El título de este artículo no tiene su origen en ninguna adivinanza ni trabalenguas. Se refiere más bien a la consecuencia que podríamos deducir de las opiniones manifestadas y publicadas por parte de un buen número de responsables locales, de muchos de los profesionales del sector (directivos y subalternos), de un buen contingente de ciudadanos (nativos y residentes), es decir, de buena parte de la población. Podríamos decir, pues, que es reflejo de una opinión bastante generalizada: no nos gusta Benidorm.

Es la localidad turística que más veces aparece en el «top ten» nacional de ocupación, y qué. Es el destino turístico de España que mayor número de turistas nacionales o extranjeros recibe (solo Barcelona y Madrid le superan), bueno, y qué. Es el municipio peninsular que mejor tiene resuelto el problema de la estacionalidad, es decir, que en verano llena y en invierno funciona aceptablemente, bueno, pues, y qué. Es en donde se está proyectando en estos momentos la construcción de varios hoteles, y qué. Un casino, y qué. La pista de nieve artificial mayor del mundo, y qué. Que tiene cinco parques temáticos, dos campos de golf, bueno, y qué.

Pero, qué quieren que les diga, sobre todo sí reparamos en sus muchos defectos. Para empezar, su planta hotelera es muy extensa. Está dotado de un urbanismo muy desarrollado, ya se sabe, grandes avenidas y viales. Sus extensas playas acogen a una gran masa de bañistas. Los precios son muy asequibles. Los clientes no son los más adecuados. Etc. etc. Lo dicho, no se valoran en Benidorm todas estas peculiaridades. Tanto es así que, impulsado por el empresariado local, la ciudad se va a embarcar en la realización de un estudio para «definir y desarrollar una estrategia de posicionamiento más conveniente para los intereses de la localidad». ¿Saben por qué? Porque «se pretende superar la imagen de turismo de bajo coste y precios reducidos. Además, porque «se echa de menos una imagen de mayor calidad que aumente la rentabilidad».

La verdad es que se trata de un objetivo muy recomendable. Pero, no creo necesario contratar a una empresa de campanillas para realizar tal estudio. Yo mismo les puedo orientar sobre lo que hay que hacer, y gratis. Y, lo voy a hacer aquí mismo, tomen nota: Si el inconveniente radica en la baratura de los precios, tranquilos, lo pueden resolver de un plumazo: auméntenlos y ya está. Lo digo en serio, no estoy de coña. Tener unos precios altos es «condición sine qua non» para dar imagen de caros. ¿O piensan hacer creer a alguien que un producto va a parecer costoso vendiéndolo barato? Una de las facultades del precio es precisamente esa: contribuir a dar determinada imagen. Hala, a cobrar, si tienen agallas.

Si, además, les interesa superar también la imagen de turismo popular (de bajo coste, le llaman) y pasar a disfrutar de una clientela exquisita, de alto standing, más «cool», amante de la exclusividad, les va a tomar un poco más de tiempo, pero la decisión inicial es también harto sencilla: deconstruyan. Eso es, reduzcan las dimensiones de Benidorm, háganlo más pijo. Ah, y quítenle todos los reconocimientos, méritos y alabanzas que hasta ahora han vertido sobre el plan urbanístico del 56 y sobre los aciertos de D. Pedro Zaragoza Orts.

Como no van a aceptar mis eficaces recomendaciones, a lo mejor lo que deberían hacer es someterse más a las opiniones de la clientela, para lo que también les ofrezco otra gratuidad: pregúntenle.

Los empresarios de Benidorm son los que mejor conocen el producto que fabrican y su opinión debe siempre ser tenida en cuenta para tomar decisiones a nivel local, pero hay más sujetos que intervienen en este negocio los vecinos, me dirán raudos-; sí, los vecinos, pero aún hay más con los que deberían contar: los turistas. Les menciono a los turistas porque ellos, viniendo a Benidorm repetidamente y pagando por ello sí, ya sé que les parece poco- sabrán por qué lo hacen, digo yo, tendrán una opinión, a lo mejor resulta que hasta les gusta y todo. Y, así, preguntándoles, nos lo pueden participar. Y, no están solo los que son clientes recalcitrantes, también debe haber (los hay) muchos rebotados, incluso algunos que rechacen de plano Benidorm y que no podemos contarlos entre nuestros clientes. Todos ellos, unos y otros, tienen cosas que decir y que los de Benidorm deberían escuchar.

Pongamos que esto es como una gran factoría donde se fa

brican coches. Los que trabajan en ella son los que mejor conocen los procesos de producción, los materiales, los diferentes componentes y el producto final que sale a los mercados. Pero seguro que los de marketing estudian los gustos de la clientela y tienen en cuenta, además, la opinión de los que prefieren la oferta de la competencia.

Me tranquiliza saber que la empresa que se va a encargar del estudio va a construir su conocimiento sobre estos pilares esenciales mencionados, pero ya me resulta cansino comprobar lo poco que satisface Benidorm a los que hacen (hacemos) Benidorm. Si no les gusta como es, ni su funcionamiento, ni el negocio que produce, ni los clientes que atrae: atención, Houston, tenemos un serio problema.