Tan larga está siendo esta crisis económica y financiera que nos está permitiendo analizar todo tipo de comportamientos asociados a la misma. Entre los nuevos fenómenos, me llama la atención la repercusión de la crisis en el sector de la belleza.

Un grupo de investigadores norteamericanos, de la Texas Christian University en Fort Worth, ha desarrollado la Teoría del Pintalabios (The lipstick effect). Se basa en demostrar que las mujeres tienen un mayor deseo de adquirir productos de belleza como respuesta a las ojeras del batacazo económico. Este mismo comportamiento femenino también se desarrolló en la Gran Depresión de 1929, cuando las mujeres optaron por pintarse los labios de rojo como contrapunto a los desastrosos efectos del Martes Negro.

Los expertos económicos nos recuerdan que si en tiempos de crisis no podemos invertir en comprarnos un piso, un coche o en hacer el viaje de nuestro sueños, sí que podemos gastar una cantidad mucho menor en productos para "cuidarse y sentirse mucho mejor". Pensamos, al fin y al cabo, "que la crisis pasaÉ pero los años también" y que debemos permanecer jóvenes hasta que la borrasca y las estrecheces pasen y nos permita cumplir esos grandes sueños, que yacen estancados como consecuencia de la inseguridad, el desempleo y la recesión.

En España, los datos estadísticos confirman que también aquí se ha producido el fenómeno económico definido por la Teoría del Pintalabios. Según ha informado la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Estética, durante este periodo de crisis se han realizado más de 150.000 intervenciones de cirugía estética al año, muchas más que en épocas anteriores.

La Asociación Nacional de Perfumerías y Cosmética ha elaborado un informe donde indica que el número semanal de clientes de las peluquerías es de 73,8, con un gasto medio de 29,60 euros. Y que los usuarios de los centros de estética suman 73,1, con un desembolso medio de 43,70 euros. Si con estas cifras aventuramos unas multiplicaciones, imaginamos que las peluquerías tienen ingresos semanales superiores a los 2.000 euros y que los salones de belleza hacen 3.200 euros de caja cada siete días. Lo que, de ser cierto, no estaría nada mal para los tiempos que corren.

Otro dato sorprendente es que durante los cinco últimos años, aquejados por las consecuencias más duras de la crisis, se han abierto el 23% de las peluquerías y el 30% de los salones de estética que funcionan en España. Esta proliferación contrasta con el cierre o suspensión de pagos del 70% de las empresas promotoras o constructoras del país, donde más de la mitad de las entidades financieras están intervenidas por el Banco de España.

Ante estos datos, parece que el refrán popular de "A mal tiempo, buena cara" cobra nuevos bríos.

La teoría del pintalabios parece que no ha sido ignorada por el Gobierno del señor Mariano Rajoy, que ha decido aprovechar el crecimiento del sector de la belleza para recaudar fondos para las arcas oficiales. Decisión que materializó el 1 de septiembre de 2012, cuando subió el IVA a los cosméticos, servicios de peluquería, estética y cirugía estética del tipo del 8% al 21%. Incremento que supone, en la práctica, que por cada gasto en cosmética de 100 euros tengamos que pagar 21 de IVA, 13 euros más de lo que veníamos haciendo.

Espero que esta medida tributaria no descomponga uno de los servicios que parece estar superando esta dura crisis -que parece no terminar-. Si también desfalleciera el sector de la belleza, podríamos interpretar que los ciudadanos se van quedando sin ánimos, sin fuerzas ni para poner esa "buena cara" que aconseja el refranero español.