Una conversación sobre los hijos se puede transformar con mucha facilidad en una historia que une a muchos padres sin que ello implique, por supuesto, que ese problema o esa historia en cada familia se viva de modo distinto. El tiempo que dedicamos a las tareas del colegio que traen nuestros hijos, el tiempo que necesitan que estemos ayudándoles es de una media de tres horas en nuestro país, que sumamos a las que pasan cada día en el centro educativo. Los deberes que les mandan en los colegios y que cargan a los padres de trabajo, porque a más de uno le toca sacar las castañas del fuego a los hijos y aún así, no les queda tiempo ni para respirar. Nuestros escolares disponen de poco tiempo y el ocio, el deporte y las actividades lúdicas quedan relegadas a un segundo plano ante la saturación de tareas que imponen los centros, pero este no es el único problema que priva a nuestros hijos de tener tiempo para gozar de una mejor calidad de vida. Las video consolas, las tabletas, los móviles de última generación o la televisión acaparan a los menores. Pasan horas tan enganchados que a más de uno se le queda pegado el trasero a la silla a modo de ventosa. Con todo lo anterior, en los niños se está fomentando el sedentarismo, la obesidad y sobre todo una influencia negativa para las relaciones sociales, porque ya me dirán ustedes el tiempo que les queda para jugar e interactuar con otros niños. No hay que olvidar las tensiones que se generan entre padres e hijos cuando toca cada tarde deberes, algunas de esas tareas, casi me atrevería a calificarlas como "tardes de batalla". Me pregunto si son una condena, una carga, un castigo o, por el contrario, estamos fomentando en los estudiantes una responsabilidad. Otra tecla sería hablar de igualdad, un asunto a debatir bastante peliagudo y que prefiero no tratar ahora, sólo una opinión a modo de pincelada: niño que no tiene ayuda para hacer sus deberes, que no puede optar a un apoyo extra escolar ¿está en igualdad de condiciones ante el que sí tiene apoyo?, ¿los resultados académicos son iguales en todos los casos ?

Nuestros hijos llevan una carga de horas lectivas en la escuela, una carga de deberes, que en definitiva no se nota a la hora de obtener resultados académicos. Estos son bastante bajos, mediocres.

Es bueno que los niños adquieran responsabilidad y hábito de trabajo con las tareas que les mandan los profesores para casa, pero como todo, en su justa medida, sin excesos que hagan sentir a los chavales que traen un castigo en su mochila a modo de pena: los deberes.

Los españoles estamos en la cabeza de la tasa de Europa de abandono de estudios. No podemos evitar sentir una envidia sana de Finlandia un país donde los estudiantes apenas abandonan los estudios, empiezan posteriormente la escolarización y dedican poco tiempo a los deberes tras la jornada escolar. En unos países se les da una importancia prioritaria a los deberes, mientras que en otros carecen de la misma. Llama la atención que países del sudeste asiático o Escandinavia, sean claros ejemplos de estudiantes con resultado exitoso, y tengan conceptos opuestos del criterio de la obligación de los estudiantes de llevar tareas escolares casa tras la jornada escolar.

Por esa razón no deben ser los deberes entendidos como los responsables de que los niños ante tanta saturación fracasen, lo que posiblemente les haga fracasar es un acoso de tareas, deberes que en ocasiones, implican falta de horas para el descanso, algo tan necesario como la adecuada alimentación a estas edades. Los profesores en ocasiones se comportan como sumisos a las editoriales y sobre todo a los libros de texto, dejando que sean estos los que marquen los ritmos, es decir, hay que hacer todos los ejercicios del libro. Una técnica a aplicar, quizás sería la de que sólo se exija a los alumnos hacer los ejercicios de los temas que no se han superado. Por otro lado los escolares deberían llevar trabajos a casa, pero que vayan en aumento tal y como avanzan de curso con la finalidad de que adquieran hábitos responsables pero sin acosos ni saturaciones, siempre imperando la motivación.