La penúltima cesión del Gobierno de Mariano Rajoy -el popular ha optado por seguir la estela de su predecesor Rodríguez Zapatero- a Castilla-La Mancha, permitiéndole que incluya en la futura demarcación del Júcar cuencas manchegas que ni tienen ríos, como Pozohondo y Almansa, para facilitar así que la verdadera lideresa del PP, María Dolores de Cospedal, pase a controlar las decisiones sobre los caudales del río que desemboca en Cullera, de momento municipio de la Comunidad Valenciana, vuelve a demostrar que Alicante no pinta nada en Madrid. Primero fue el borrador del plan hidrológico del Tajo, que eleva hasta los 400 hm3 la reserva a partir de la cual no llegará ni una gota de agua a Alicante y Murcia; y, desde el pasado día 13, el Ejecutivo ha decidido dinamitar, quizá sin valorar el calado de sus decisiones, el Júcar-Vinalopó, transferencia de agua reclamada por los alicantinos desde hace 600 años, que todavía no se ha puesto en marcha, que nadie sabe cuándo se pondrá y que tiene la espada de Damócles amenazando su futuro.

Y es que si prospera la iniciativa del Ministerio de Agricultura, para mayor gloria de Castilla-La Mancha, de dinamitar el sistema de explotación Vinalopó-l´Alacantí-Marina Baixa, expulsando de la cuenca del Júcar a los municipios que tienen que recibir agua desde ésta demarcación (todavía hoy confederación), el futuro de una parte de la provincia, donde residen cerca de un millón de personas, se verá seriamente comprometido al no tener asegurado el suministro hídrico. Dicen que en la Generalitat están de los nervios, pero, como siempre, cuando se trata de De Cospedal, aquí no abre la boca nadie y todo queda de puertas para adentro. Castilla-La Mancha tienen todo el derecho a defender lo que cree suyo, que no lo es, y ahí está la Constitución, pero la provincia debe defenderse y, hoy por hoy, y desde hace unos años, no tiene quién dé la cara por ella. Puestos a especular, ¿por qué no le cedemos a De Cospedal Tabarca y así Toledo tendrá salida al mar? Todo se andará. Igual, al final, Castilla-La Mancha hasta termina vendiéndonos el agua desalada del mar.