E ntre las situaciones un tanto ridículas que puedan darse en nuestra vida pública está la relacionada con la dimisión - anunciada, pero hasta ahora incumplida - del presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Manuel Conthe ha decidido marcharse, pero poniéndole al gobierno que lo nombró algunas condiciones para irse que más que peticiones parecen chantajes. No son habituales estas dimisiones anunciadas de quienes están al frente de organismos públicos de arbitraje, y cuyos personalismos pueden paralizar su marcha y exponer su prestigio, como es el caso, por lo que no resulta extraño que con los problemas que tiene ahora la CNMV - asunto Endesa, OPA sobre Iberia y otros - se haya acusado a Conthe, desde los sectores económicos, de falta de profesionalidad.

Es una lástima que tenga que escuchar esa acusación un técnico de prestigio, pero no es la primera vez que el prestigioso Conthe incurre en curiosas polémicas. Se dice que eso se debe a que al técnico de prestigio lo habita un hombre muy temperamental. Y es este lado temperamental el que lo aleja más de quien lo nombró y lo ha apoyado firmemente hasta ahora: Pedro Solbes . Digo hasta ahora porque, aunque ha tardado algunos días en desmarcarse, ayer lo hizo en la radio de un modo claro en medio de una conversación en la que yo participaba con otros compañeros. Solbes, desde la prudencia que lo caracteriza, tildó la actuación de Conthe de «atípica». Yo la califiqué de pintoresca. Atípico es lo que por sus caracteres se aparta de los tipos conocidos; pintoresco es lo extravagante, lo chocante. Creo que Solbes y yo decíamos la misma cosa o cosas complementarias. El, desde sus responsabilidades, y yo desde las mías. No había ánimo de denostar a nadie por mi parte, sino puro afán descriptivo. Es más, atípico es un término con una sóla acepción, mientras que pintorescos pueden ser paisajes, escenas, tipos y costumbres que presenten una imagen peculiar y con cualidades plásticas. Al comportamiento de Conthe nadie le niega la condición de peculiar, pero cuesta encontrarle cualquier otra cualidad. Lo que sí me propuse al calificar de pintoresca la actuación de Conthe fue atender a la segunda acepción de la palabra en el diccionario de la RAE: «enguaje, estilo, etc, con que se pintan de manera viva y animada las cosas». Es evidente que a esta disparatada dimisión que no llega no le falta color. Pero le falta, sobre todo, lo que los otros miembros de la CNMV describieron ayer que le falta: sensatez, responsabilidad.