Anteriormente hablamos en este espacio de la influencia de las emociones a la hora de resolver problemas. De cómo los bloqueos en esta área limitan o condicionan nuestra eficacia para afrontar situaciones en la vida que nos preocupan. Dada la frecuencia con que este tipo de factores nos afectan, hoy vamos a centrarnos en el otro gran causante de bloqueos: la percepción que tenemos acerca de la situación que queremos resolver. Los bloqueos perceptivos surgen por un problema a la hora de comprender el asunto que tenemos entre manos. Pongamos un ejemplo: dos personas se encuentran ante una situación problemática; ambos necesitan desplazarse a un destino diferente un mismo día, y sin embargo, sólo disponen de un vehículo. Comienzan a argumentar sobre los motivos que cada uno tiene para apropiarse del coche el citado día, pero no logran llegar a ningún acuerdo. No encuentran ninguna solución, así que se enfadan, y finalmente, nadie utiliza el coche. Curiosamente, a lo largo del viaje en autobús que cada uno acaba realizando, caen en la cuenta de que una fácil solución hubiera sido que uno llevara al otro a su destino y posteriormente, éste marchara al suyo, ya que ambos se encontraban en la misma dirección.

Aunque parezca mentira, casos de este tipo ocurren todos los días, y en ello, pueden intervenir varios factores. Uno de ellos es el llamado "efecto túnel", que aparece cuando nos encontramos tan absorbidos por la ejecución de una acción que no nos detenemos a considerar más alternativas del problema. Y, muy probablemente, entre esas alternativas, está la solución. Pensemos en la cantidad de tiempo que gastamos tratando de resolver obstinadamente un problema de un mismo modo, pese a que repetidamente fracasemos, hasta el momento en que nos decidimos a barajar otras opciones. Otro factor que comúnmente nos mantiene atascados en una tarea es el relacionado con las "suposiciones ocultas", es decir, aquellas aparentes verdades que damos por hecho, que no nos detenemos ni siquiera a considerar, pero que son incorrectas. Es un obstáculo común en las investigaciones y algo pretendidamente buscado en los acertijos. La forma de evitar estos bloqueos pasa por considerar todas las alternativas, probarlas sistemáticamente y evaluarlas críticamente, para determinar si el contexto del problema nos ofrece otras posibilidades.

Por último, pensemos que la resolución de problemas, como muchas otras cosas, se beneficia de la experiencia y la práctica. Es decir, poner en forma nuestro cerebro enfrentándolo a diferentes problemas, y no sólo intelectuales, sino relacionales, sociales, culturales, etc., nos proporcionará un buen número de experiencias de éxito en este tipo de tareas, hará que nos sintamos más capaces y más eficaces y, en consecuencia, que seamos más exitosos a la hora de afrontar los obstáculos de nuestro día a día.