En estos días y coincidiendo con el inicio del nuevo curso político, escuchamos muchas voces, normalmente procedentes de las esferas de poder que nos hablan de la necesidad de conservar la paz social. Cuanto más les oigo, más me pregunto qué es realmente lo que quieren, y a quiénes puede convenir mantener una paz social al precio que sea. Los que respaldan conservarla a toda costa, esgrimen como primer motivo el que la situación de nuestro país ya es lo suficientemente difícil como para empeorarla con huelgas o similares, no debiendo ponerse en riesgo eso que ellos llaman la convivencia pacífica, pues su alteración afectaría negativamente a nuestro ya de por sí maltrecho tejido productivo, deteriorando una vez más la confianza externa en España, una de cuyas consecuencias sería el consabido incremento de los tipos de interés de nuestra deuda, lo cual nos conduciría irremediablemente a la quiebra, si es que aún no hemos llegado a ella. Estoy de acuerdo con todo lo anterior, incluso se me ocurren otras razones para mantener la paz social, pero aun así me abruma lo difícil que será mantenerla, pues existen realidades que no se puede obviar.

El número de hogares con todos sus miembros en paro se eleva hasta niveles bochornosos, aumentando cada vez más los parados de larga duración que pierden todo tipo de subsidio. UGT afirma que ya son 1.800.000 los desempleados que no perciben ningún tipo de prestación. La catedrática de Sociología y profesora del departamento de Economía del CSIC, María Ángeles Durán, asegura que existe una invisible pero importantísima contribución de las personas mayores en el actual contexto de crisis económica, y que el dinero de las pensiones está dando de comer a hijos y nietos. De otro lado, los datos que arroja el último barómetro del CIS correspondiente al mes de julio, coloca al paro y a la situación económica como los principales problemas de España y en tercer lugar se sitúa la clase política y los partidos, fruto de la erosionada imagen con la que nuestros políticos son percibidos por la mayoría de los ciudadanos, siendo reconocidos como parte del problema. Por su parte, la plataforma "Ocupa el Congreso" tiene prevista una acampada para el próximo 25 de septiembre en los recientemente fortificados alrededores del Congreso de los Diputados, y permanecerán allí de forma indefinida demandando, según lo contenido en el manifiesto que han traslado a los medios de comunicación, el fin de la actual Jefatura de Estado y la apertura de un proceso de transición hacia un nuevo modelo de organización política social y económica.

Es de valorar la contribución de la política social de este gobierno al mantenimiento de la paz social, dirigida mayoritariamente al sostenimiento del sector bancario del país. Los 4.750 millones que le han soltado a Bankia para devolver a la entidad a los niveles legales de solvencia, supone el rescate de varias autonomías juntas, y que yo sepa, los bancos no financian la sanidad pública, ni las escuelas, ni nada de nada. Lo anterior lo adorna la creación del banco malo, desde el que con dinero público se comprará a los demás bancos unos activos inmobiliarios, cuyo valor de mercado está más próximo a nada que a algo, haciendo así que el precio de transferencia esté por encima de mercado, pues hay quien piensa que algunas de esas edificaciones deberían ser destruidas, es decir, estamos gastando el dinero público en algo que no vale nada. Con esta operación se socializarán las pérdidas de los bancos montando un chiringuito inmobiliario, que estará gestionado por manos privadas. Y todo esto en un país en el que el precio de los carburantes, la electricidad y los impuestos crecen sin parar, la economía sumergida galopa a sus anchas, las tasas universitarias aumentan, 417 medicamentos han salido de la financiación públicaÉ ¿sigo?, pues que no me digan que Sánchez Gordillo es un problema.

No pueden tener paz social los millones de ciudadanos que no tienen trabajo, ni las familias que se ven obligadas a acudir diariamente a los comedores de organizaciones no gubernamentales para sobrevivir, ni nuestros jóvenes que no pueden ni pensar en hacer proyectos para el futuro. Aún menos cuando el BCE pronostica una acusada caída de la remuneración por asalariado en España, como consecuencia de nuevos recortes de los salarios del sector público y del impacto de la reforma laboral en la moderación salarial del sector privado.

Tampoco parece que la base electoral del Partido Popular esté conforme con este panorama, pues se siente traicionada por las medidas adoptadas en estos meses de gobierno, y cuestiona el volver a darle su confianza. Esta paz social que algunos defienden, está siendo tremendamente agresiva e injusta con millones de españoles y solamente la justicia puede ser el soporte de las sociedades en paz. No podemos hablar de paz social si la riqueza se concentra cada vez más en menos manos, y la mayoría del país empobrece. En fin querido lector, la pregunta es obligada ¿pero aquí, hay alguien que esté en paz?