Hacia una final de Champions Madrid-Barça. Se acabó de hablar de la crisis en una temporada. Qué suerte tiene Mariano. Y eso que hay gente que lo lleva muy mal. Alguien conocido por estos lares -y su extensa familia aún más- me manda de buena mañana una carta que se las trae. El remitente se ha ido nada menos que hasta The New York Times. Uno de los ejecutivos de Goldman Sachs y responsable en Estados Unidos del negocio de derivados de Europa, Oriente Medio y África, Greg Smith, acusa al banco de engañar a sus clientes y, de paso, renuncia al puesto. Smith lamenta la pérdida de valores que hicieron grande a la entidad y señala que los intereses de los clientes han pasado a un segundo plano, ya que solo importa hacer dinero a costa de ellos incluso vendiéndoles malos productos a sabiendas. Y sentencia: "hay que eliminar a la gente que está en bancarrota moral sin importar cuánto dinero consigan". Te descoloca que alguien así se llame Smith, acostumbrado a que en las pelis americanas todo el mundo que quiere preservar su identidad se hace llamar Smith. Claro que más sorprendente aún sería que se apellidara López AbadAmorós. Entonces ya sería para caerse de espalda. Antes de que ocurra pasan por la tele el anuncio en el que el beuveá renueva su oferta de seguros remunerados y eleva hasta el 35% la devolución de primas. Para celebrarlo, los creativos han soltado a Iniesta y a Casillas en la calle, donde abordan por sorpresa al viandante, que se queda petrificado, y más cuando estos iconos piden autógrafos a sus

admiradores, hacen reverencias a fin de devolverles una mínima parte de lo recibido y acaba con diferentes planos de abrazos y más abrazos. Es la nueva versión de El almendro. Pero como ya nunca es Navidad, y estamos tan susceptibles, siempre que veo la repetición de la jugada temo que, en ese pase del spot, el que aborde a Iniesta sea Mou. Y tampoco es cuestión de que, por los desmanes existentes, el beuveá pague con un susto de esa magnitud.