Lo primero que pensé cuando Urrutia fichó a alguien como Bielsa de entrenador, fue: "Sólo pueden pasar dos cosas: o nos baja a segunda, o nos hace campeones". ¡Y resulta que vamos camino de lo segundo! Aunque, realmente, ya somos campeones: que un equipo como el Athletic le haya metido cinco goles a uno de los clubes más ricos del planeta y le gane los dos partidos de la eliminatoria de la manera que lo ha hecho, que vayamos a jugar en mayo la final de Copa contra el mejor equipo del mundo de los últimos años, o que media España esté alucinando con el juego que están haciendo los rojiblancos, ya va bien: por mí, que la temporada acabe mañana.

Pero la mezcla del espíritu de uno de los clubes más románticos de Europa con un presidente ex-jugador y un entrenador tan sentimental y obsesivo como Bielsa, va más allá de la posibilidad de conseguir un título. Es cierto que con la quinta de jugadores que ha explotado este año -Caparrós, este triunfo también es tuyo- se puede pensar en cualquier objetivo: con una media de edad de veinte y pocos años y arropados por la liturgia de un campo y una afición tan espectacular como la de San Mamés, todo es posible. Al final, y afortunadamente, el fútbol es de los futbolistas, y se ha juntado una generación que marcará una época en el club. Pero es que, además, con lo que está pasando este año en Bilbao se garantiza el modelo -jugadores nacidos en Euskadi- para otros diez o quince años. Y desde una estrategia tan local -pero con el espaldarazo mediático mundial que supone haber eliminado al Manchester United- se emiten mensajes universales, globales y muy potentes: el orgullo de pertenencia, el plus que da seguir caminos distintos a los de la mayoría, el cuidado y la apuesta que se hace por los críos de la cantera (la base, la importancia de cuidar la base: ¿de qué sirve tener un Palau de Les Arts si no hay dinero ni apoyo para las bandas de música de los barrios, y los conservatorios no tienen ni para calefacción?) Lo que demuestra la filosofía del Athletic es que también se puede ser grande de forma distinta. En el fondo, a la mayoría de clubes les gustaría ser así, pero o no pudieron o no supieron hacerlo. O quizá les dio mucha pereza. Ahora que se habla tanto de La Masía, hay que agradecer a los clubes del norte de España que hayan apostado siempre y desde mucho antes por la cantera: Lezama en Bilbao, Mareo en Gijón, el Tajonar en Pamplona. Fuera de España, la escuela del Ajax de Amsterdam ha dado figuras mundiales de primer nivel. En definitiva, modelos más sólidos y sostenibles, y donde hay detrás algo más que sólo ganar. Que esto, además, esté pasando la temporada que Eta está finiquitada no hace más que añadir alegría a la euforia que se ha desatado.

El último título del Athletic fue la liga de la temporada 83-84, hace ya casi treinta años de eso: Clemente de entrenador, y entre otros, Argote, Sarabia, Liceranzu, Urtubi, Dani, ZubizarretaÉ.Ganamos la liga al Madrid de Stielike y Juanito, y la copa al Barça de Schuster y Maradona. Ahora nos la tenemos que ver con el Schalke de Raúl en abril, y con Messi, Xavi e Iniesta en la final del 25 de mayo: estamos acostumbrados a mirar de igual a igual a los más grandes. Y, al final, va a dar lo mismo, porque pasará lo que decidamos los de Bilbao, que para eso nacemos donde queremos, qué naricesÉ...