Creo que casi nadie ignora, a estas alturas, que esta crisis mundial en que vivimos (o sobrevivimos) tiene su inicio "oficial" en 2008, con la bancarrota del banco de inversión Lehman Brothers, las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac y la aseguradora AIG allá por el mes de septiembre de ese año.

En contraste con ello, creo que casi nadie sabe que en ese mismo mes de septiembre de 2008, a instancias del Lobby Europeo de Mujeres, el Parlamento europeo aprobó una resolución sobre la igualdad entre mujeres y hombres en la que, entre otras muchas medidas, solicitaba a las instituciones comunitarias y a los Estados miembros que declarasen el 22 de febrero como Día Internacional de la Igualdad Salarial. La razón es que las europeas tenemos que dedicar al trabajo un 15% más de nuestro tiempo para ganar lo mismo que los europeos, es decir, que debemos trabajar 418 días para igualar el salario que ellos perciben en un año, de tal manera que, para percibir el mismo salario, deberíamos trabajar no hasta el 31 de diciembre, sino hasta el 22 de febrero.

Una de las principales causas hay que buscarla en la persistencia de la división entre los espacios laboral y familiar y en la adscripción de las mujeres a este último y en la casi nula incorporación de los hombres al mismo. Eso provoca que la tasa de empleo de las mujeres que tienen hijos a su cargo sea de algo más del 60% mientras que en el caso de los hombres es superior al 90%. Y también que casi el 80% de las personas que trabajan a tiempo parcial sean las mujeres, que se ven más afectadas asimismo por la contratación temporal.

La situación no hace más que agravarse. Las mujeres predominan en determinados servicios públicos y, en el conjunto de la Unión Europea, se estima que constituyen hasta dos tercios del personal en los sectores de la educación, la salud y la asistencia social. No hace falta ser muy perspicaz para deducir a quiénes está afectando más la crisis con el tsunami de recortes presupuestarios en los citados sectores y las repercusiones que eso tiene en cuanto a la mayor dificultad para conciliar la vida laboral y familiar. La reforma laboral aprobada por el Gobierno (que hoy es contestada socialmente de forma masiva, espero) siega completamente las posibilidades de acercar estos ámbitos y por tanto, de lograr la igualdad de mujeres y hombres. Todos los salarios van a la baja, pero la brecha de género sigue creciendo. A este paso vamos a tener que trasladar el día de la igualdad salarial al mes de junio, por lo menos.