Como es fácilmente deducible, la palabreja se ha obtenido mediante la fusión y síntesis de otras dos: adulto y adolescente; su origen, la progresiva proliferación de seres humanos, especialmente masculinos, que ni son ni lo uno ni lo otro, sino la unión de ambos. Como cada día tengo más amigos divorciados, presto mucha atención a su comportamiento, llegando a la conclusión de que la mayoría son (¿somos?) auténticos adultescentes. Bajo el normal desarrollo de sus respectivas profesiones de médicos, abogados, comerciantes, profesores o funcionarios, se esconde un ser perdido que responde con aturdimiento a la nueva situación en la que la vida les ha colocado. De ahí muchas de sus actitudes compulsivas: la obsesión con el gimnasio, la depilación corporal, o el tirar de agenda a la búsqueda obligatoria de compañía en la cama cada fin de semana suelen fijar su mayor atención fuera de lo referido al ámbito laboral. Pero últimamente los tengo a todos enloquecidos por una reciente noticia de prensa: parece ser que un grupo de investigadores médicos de la Universidad de Carolina del Norte (USA) han descubierto que el sexo oral frena el cáncer de mama. Así que ahora se las prometen muy felices, por lo visto la citada práctica es una de las cosas que más echan de menos de su anterior situación de pareja más o menos estable. ¡Así que esperan que las ingenuas consumidoras de Internet les asalten por la calle a partir de ahora, y así no depender de la agenda buscadora de "follamigas"! ¡Pero qué ilusos! La no disponibilidad de sexo a mano (quiero decir, bajo el mismo techo) es lo que peor llevan, según me cuentan, amén de las estrecheces económicas originadas por la pensión obligatoria para los hijos; creo que me engañan o se engañan ellos: lo que peor llevan es la soledad. De lunes a viernes, con el trabajo, el gimnasio, alguna cerveza con compañeros y demás actos de costumbre, van tirando. Pero no les hables de ir solos a un cine, a un concierto o a un teatro, y mucho menos abordar con serenidad la soledad del apartamento de viernes a domingo. Volver al hogar por la tarde y encontrarse con una casa de luces frías, de ambiente gélido y toparse con la cama sin hacer no anima a terminar la jornada con sosiego. No saber vivir solo es, ante todo, una falta de madurez. Admitir con naturalidad el fracaso de la vida en pareja, del tipo que fuere, exige un aprendizaje; pero también exige valentía e inteligencia para plantearse la nueva situación y no apresurarse a establecer otra relación como solución a un tipo de vida que no han sabido asumir. Si tuvieron ustedes la suerte de ver La avería el pasado fin de semana en el Principal, encontrarían en el protagonista al típico hombre conmocionado ante una situación nueva para él: un juicio sumarísimo sobre su conciencia, su moral y su ética, llevado a cabo a través de un inocente juego por sus improvisados anfitriones; y aprovecho para decir que la sabiduría de Dürrenmatt y de la directora, Blanca Portillo, junto a un grupo de extraordinarios actores, me hicieron pasar una velada teatral memorable. He aquí cómo las aficiones pueden contribuir a que enfrentarse a la soledad no sea traumático, porque pensar es algo muy recomendable. Mi casa, con alguna luz encendida y la radio en funcionamiento, junto a los saltos de alegría de mi perra y un ordenado desorden ambiental me recibieron con los brazos abiertos. Simples artimañas para conseguir decir adiós a Peter Pan y a su protectora hada Campanita. La vida sigue.

La Perla. ..."Hacer el amor entre dos personas es algo maravilloso; pero hacerlo entre cinco debe ser la leche!" (Woody Allen).