Con las elecciones a la vuelta de la esquina escasean los referentes personales en las distintas formaciones políticas. Y no lo digo por quienes sean los que encabecen las candidaturas al Congreso y al Senado, que suele ser lo de menos, sino por los políticos locales que habrán de hacer campaña a favor de su partido en sus respectivas circunscripciones electorales. En el partido Popular y en concreto en Alicante capital, quitamos a Sonia Castedo y lo demás es campo yermo. Al otrora omnipresente José Joaquín Ripoll lo han embarcado en otros menesteres, lo que implícitamente conlleva asomarse poco por el foro. En el Partido Socialista, su portavoz en el Ayuntamiento, Elena Martín, está anclada en puerto, aunque por suerte para ella no en el de Ripoll. De Leire Pajín poco se sabe. Representa esta como nadie la marca Zapatero, por lo que lo lógico es que sus apariciones sean puntuales y selectivas. De igual modo, en el ámbito de la Comunidad Valenciana también escasean los referentes. Jorge Alarte por el PSPV es en la actualidad menos que un cero a la izquierda. Y Alberto Fabra por el PP es todavía como un melón con buena pinta pero cuyo contenido aún está por descubrir. A escala nacional Zapatero es el pasado, y Rubalcaba, su ungido heredero, por mucho que pretenda alzar el vuelo con su recién estrenado plumaje, quedará engullido y aplastado, nunca mejor dicho, por la bota de Zapatero. Esto favorecerá a Mariano Rajoy, que contemplará impávido los ímprobos esfuerzos de Alfredo Pérez por escapar de la suela del pasado. Pero además, Rajoy, a diferencia de Rubalcaba, que juega solo, no es la única imagen de su partido. El partido Popular, en estas elecciones, dará una imagen de equipo. Cuenta para ello el candidato popular con una cohorte de primeras espadas entre las que destacaría a la portavoz del PP en el congreso Soraya Sáenz de Santamaría y a la Secretaria General del PP y Presidenta de la Comunidad de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal. Y por lo que respecta a la Comunidad Valenciana ya he mencionado a Sonia Castedo por Alicante, a pesar de los intentos actuales por desprestigiarla, y por supuesto Rita Barberá por Valencia. Echo de menos a Francisco Camps, un hombre inteligente y honesto, que como ha dicho recientemente Mariano Rajoy, ha tenido mala suerte, la de haber sido objeto de un brutal ataque mediático, político y judicial por algo que en mi opinión no tiene trascendencia penal, y que hay que decirlo, no lo hubiera aguantado ni el más templado. Así lo he mantenido desde hace dos años y creo sinceramente no haberme equivocado, pues sin perjuicio de la presunción de inocencia a que todos tenemos derecho, nunca ha estado en mi ánimo defender actitudes o conductas inequívocamente ilícitas o inmorales. Es cierto que en el Partido Popular se han cometido errores, posiblemente graves algunos de ellos, pero el partido rezuma, en la línea de sus principales dirigentes, el inconfundible sello de la honestidad, de la capacidad y de la buena fe, valores que sin duda integran el trasfondo de toda persona de bien. Por contra los que van a dejar de gobernarnos, con honrosas excepciones, tienen poco bagaje del que presumir. Las veleidades de Zapatero en lo económico, en lo autonómico y en la reinterpretación sectaria de la Historia de España serán difíciles de restañar. Y ha sido precisamente el señor Rubalcaba, por mucho que ahora se quiera desmarcar, uno de los principales apoyos del aún Presidente y de su desastrosa política. Hoy en día nadie de la amplia clase media española tiene nada que temer, en ningún aspecto de su vida, de un gobierno del partido popular. Y lo que es bueno para la clase media no puede ser muy malo para los demás. El Partido Popular, sin demagogias oportunistas, no desatenderá en ningún caso, hasta donde se pueda, las necesidades de las capas menos favorecidas de la sociedad. Sólo desde la ignorancia y la mala fe puede acusarse al Partido Popular de querer acabar con la educación y la sanidad públicas. Por otra parte, quien quiera dejarse llevar a engaño es libre de hacerlo, pero desde aquí he de manifestar con rotundidad que difícilmente un partido que defiende sin ambages las libertades personales, restringirá en modo alguno los derechos individuales de los ciudadanos. Se respetarán los de todos y además en su plenitud. Una política seria, dirigida por personas capaces, honestas y con criterio nos trae cuenta a todos, porque esa y no otra, es la única vía para encarar un futuro con trabajo y una convivencia en paz.