La lógica admite, entre los distintos métodos para demostrar un axioma, el de "reducción al absurdo", que consiste en demostrar que algo cuya falsedad no puede ser demostrada, es cierto porque cualquier otra posibilidad resultaría indudablemente falsa. Pero para que este método tenga validez, tienen que ser estudiadas todas esas posibilidades y tener la certeza de que son imposibles; en caso contrario, corres el riesgo de alcanzar un resultado igualmente absurdo dándolo por cierto.

En el caso de la continua rotura de los vidrios que recubren el obelisco situado en la Rambla de Crevillent, y al margen de las peregrinas e injustificadas causas aportadas en cada caso por el gobierno municipal (desde el vandalismo a los terremotos...) el grupo municipal socialista pidió después de ocurrir la última que se realizara un peritaje independiente para determinar las causas de estas roturas, y aconsejar soluciones que nos diesen garantías en cuanto a la integridad y la seguridad de dicha construcción.

No se nos escuchó. Al contrario, se encargó el informe a las partes interesadas, y el resultado es para nosotros manifiestamente decepcionante. El informe viene en resumen a decir lo siguiente:

Reunidos el autor del proyecto, el constructor, el fabricante de los vidrios y la empresa encargada de su colocación (sólo faltaba el diseñador, pero se lo adelanto, nos hubiera dicho que el obelisco es bonito) llegan a las siguientes conclusiones:

El autor del proyecto piensa que el mismo está bien y los materiales son los adecuados. El constructor dice que la estructura está en perfectas condiciones y que éste no es el problema. El fabricante del vidrio certifica la calidad del mismo. Y el instalador dice que los vidrios están perfectamente colocados...

Como en este caso es difícil cargarle la responsabilidad a la socorrida excusa de los "vándalos" que según el gobierno municipal tanto abundan en nuestro pueblo, dado que el vidrio siniestrado está a unos 20 metros del suelo (aun así no se descarta del todo la posibilidad que un gigante malvado sea el responsable), la única causa posible de la rotura es la denominada "rotura espontánea".

Se completa el informe con una prolija descripción de este fenómeno, pretendidamente debido a micro-incrustaciones de sulfuro de níquel, indetectables a priori. Ahora bien, como la incidencia de este fenómeno es muy baja (la tasa la fiabilidad de estos materiales estaría por encima del 99%) y además decrece con el paso de los años, se concluye dando la instalación por segura.

Este "hermoso" razonamiento tiene evidentes defectos. Por ejemplo, si la fiabilidad es de más del 99% y crece con los años ¿cuál sería la probabilidad de que a nosotros nos haya ocurrido ya tres veces (y la última a los cinco años de inaugurar la instalación)? ¿si ahora ha habido rotura espontánea, por qué hemos de pensar que no la hubo en los casos anteriores? Recordemos otro conocido principio lógico, el de la "navaja de Ockham", en virtud del cual la explicación más sencilla debe ser preferida a las más complejas...

Quizá tendríamos que pedir a un estadístico que nos calculase estas probabilidades, pero sin necesidad de ello, no es difícil intuir que éstas serían muy, pero que muy bajas y por tanto la fiabilidad del informe presentado (siendo además todos los firmantes partes interesadas) se nos hace más que discutible.

Como es normal, para el equipo de gobierno del PP, lo que dice el informe es "dogma", reclaman a la empresa constructora que lo reponga gratis (la empresa, como tiene otros intereses en Crevillent, no lo discutirá) y aprovechando que lo cambian, le encargarán a la misma empresa que reponga los vidrios rotos con anterioridad; eso sí, éstos con cargo al erario público.

Sólo nos queda esperar que nuestra suerte cambie y que estas infinitesimales probabilidades no nos vuelvan a jugar una mala pasada, porque si no ¿hablaríamos entonces de fenómenos paranormales en el obelisco?