En el circo de Alcoy suelen crecer sistemáticamente los enanos. El mismo día en que el ministro José Blanco anunciaba la apertura del último tramo de la autovía central tras casi dos décadas de espera, saltaba a la actualidad la noticia del sospechosísimo cierre provisional por obras de Centre d'Art (CADA) de la CAM. Mientras se subsanaba una de sus carencias históricas en materia de comunicaciones, la ciudad se enfrentaba con la triste posibilidad de perder su principal infraestructura cultural, a causa de la crisis de la Caja del Mediterráneo. La inexplicable suspensión de actividades por unas reformas que podrían haberse realizado durante el paréntesis veraniego, disparaba todas las alarmas y nos ponía a todos ante una preocupante perspectiva: la posibilidad de que este gran complejo dedicado a la cultura, inaugurado en diciembre de 2010, quede convertido en un sueño que apenas ha durado nueve meses.

Antes de entrar en el análisis de esta complicada situación, conviene señalar la importancia que tiene para Alcoy este centro cultural. El CADA era un proyecto cargado de simbolismos, ya que recuperaba para usos ciudadanos el emblemático edificio modernista del antiguo Monte de Piedad. En el día de la inauguración, los propios directivos de la CAM se encargaron de subrayar este aspecto, destacando que se le estaba devolviendo al pueblo de Alcoy un patrimonio que se había levantado con el dinero de todos los alcoyanos. Al margen de las cuestiones sentimentales, la apertura del CADA ha supuesto un inesperado empujón para la actividad cultural en la ciudad; una maravillosa excepción en estos tiempos de crisis y de recortes generales. Mientras el Ayuntamiento y la Generalitat mantienen congeladas sus ofertas por la falta de dinero, la Caja del Mediterráneo ponía en marcha una programación de altísimo nivel, capaz de situar a Alcoy en unos circuitos culturales de los que llevaba décadas ausente.

Al gobierno municipal de Alcoy le toca la complicada papeleta de encontrar algo de luz en este camino tan oscuro. No es un proceso fácil, ya que en estos momentos la CAM es una entidad en fase de liquidación y sus futuros compradores vendrán dispuestos a aplicar la tijera en todo lo relacionado con su Obra Social. Pese a este amenazador panorama, el Ayuntamiento está obligado a hacer todo lo posible para que el CADA mantenga abiertas sus puertas, evitando algo que sería una auténtica catástrofe cultural.

A la vista del estado ruinoso de las arcas municipales, la lógica nos dice que la única vía de salida para este atolladero pasa necesariamente por la búsqueda de apoyos externos. Los responsables del Ayuntamiento de Alcoy se enfrentan a la obligación de recorrer consellerias, diputaciones y todo tipo de instituciones públicas y privadas para buscar ayuda económica e impedir que se esfume la ilusión que generó este magnífico proyecto.

Cualquier apaño es mejor que el cierre definitivo. Se trata básicamente de parar el golpe psicológico que supondría la desaparición del CADA y de esperar a tiempos mejores, para recuperar algo de ese efímero esplendor del que apenas hemos podido disfrutar un año.