La salida de la crisis en la que están metidas España y la Comunidad Valenciana pasa necesariamente por el crecimiento de las exportaciones y la atracción de inversiones que incrementen la capacidad exportadora, la producción y el empleo de calidad.

El que esto se consiga dependerá de la competitividad de nuestro sistema productivo y del atractivo de nuestro territorio. Y sobre la competitividad tiene mucha influencia la calidad del sistema de transporte (modernidad, alternativas de transporte, rapidez y coste). No hay que olvidar que para muchos productos el coste de transporte iguala o supera al de la mano de obra.

Si lo anterior vale para cualquier territorio, independientemente de su localización, para las economías periféricas, como la española y valenciana, la cuestión es mucho más importante.

Dentro de Europa, España y la Comunidad Valenciana están en la periferia en relación con lo que es el centro de gravedad de la economía europea y sus mercados. Y son estos mercados los que absorben la mayor parte de nuestras exportaciones, como es bien sabido. De ahí que la mejora del transporte de mercancías resulte fundamental para impulsar una reactivación duradera y garantizar un futuro económico sólido y sostenible de nuestra economía nacional y regional.

Y esto pasa necesaria e ineludiblemente por el Corredor Mediterráneo de tráfico de mercancías en ancho europeo.

El transporte ferroviario es hoy económicamente ventajoso con respecto a otros medios de transporte terrestre bajo ciertas condiciones, como son:

a) infraestructuras adecuadas que permiten un tráfico fluido y sin interferencias costosas,

b) convoyes de 750 metros o más de longitud,

c) distancias de 400 kilómetros o más y

d) operadores competentes y competencia en la oferta del servicio.

Esta ventaja se verá progresiva y significativamente incrementada en el futuro, a causa del imparable ascenso del precio del petróleo, lo que hace aún más necesaria la implantación cuanto antes de esta infraestructura. Sin olvidar las indudables ventajas medioambientales de este modo de transporte, que se harán también notar económicamente en los próximos años.

Para los que dudan de las ventajas económicas del ferrocarril en largas distancias, bastará con algunos datos que, por su contundencia, no precisan de muchas explicaciones adicionales.

1) En términos de ahorro de coste:

a) Para una línea ferroviaria de ancho europeo como la de Perpiñán a París, el ahorro en coste de transporte respecto a la carretera supera el 30% en promedio.

b) Los cálculos llevados a cabo por ANECOOP para el tráfico de frutas estiman en tres céntimos de euro (cinco de las antiguas pesetas) el ahorro por kilo transportado al centro de Europa, nuestro mercado de referencia.

c) Y los datos que proporciona Ford nos indican que el ahorro por coche transportado a Europa asciende a casi 300 euros. No es casual que una empresa tan emblemática y relevante para nuestra economía, asentada en nuestro territorio desde hace más de treinta años, demande con tanta insistencia un acceso ferroviario con Europa en condiciones, a riesgo de tener que irse en un futuro por problemas de competitividad derivados del estrangulamiento ferroviario en que se encuentra la Comunidad Valenciana en tráfico de mercancías.

2) En términos de atractivo para la inversión extranjera y el desarrollo de nuevas actividades de alto valor.

En este caso la ventaja y atractivo del corredor ferroviario de tráfico de mercancías deriva de su combinación con una de nuestras principales fortalezas: el sistema portuario.

La Comunidad Valenciana puede convertirse en una puerta de entrada y salida natural del flujo de mercancías entre Europa y Asia, una fuerza fundamental de desarrollo tanto del sector logístico como de numerosas actividades de transformación y servicios a las empresas.

Mientras que las ventajas de coste de transporte que el ferrocarril proporciona al tráfico de mercancías justifican el que también otras líneas del país aspiren a convertirse en eje prioritario de la Red Transeuropea de Transporte, sólo el Arco Mediterráneo cuenta con esta ventaja diferencial cuya explotación trasciende el marco de las zonas afectadas, beneficiando a todo el país.

3) En términos de competitividad para la economía europea.

Y por si fuera poco, el corredor mediterráneo de mercancías tiene la virtud de contribuir de forma decisiva al acortamiento de las distancias y los tiempos empleados por las mercancías que circulan entre Europa y Asia, mejorando la eficiencia y competitividad de la economía europea y reduciendo la congestión del trafico en la zona portuaria del norte de Europa y el impacto medioambiental del transporte de mercancias.

Esta oportunidad de desarrollo de la economía valenciana y española se ha visto limitada hasta ahora por la ausencia de buenas comunicaciones ferroviarias que permitan un tráfico fluido y rápido en convoyes de más de 700 metros de largo.

Las malas condiciones de la línea ferroviaria que une a la Comunidad Valenciana con Barcelona, constituyen un serio obstáculo al desarrollo económico valenciano y español:

a infraestructura de baja calidad,

a ancho español,

a vía única entre Tarragona y Vandellós,

a línea compartida de tráfico de pasajeros y mercancías,

a gran congestión e

a imposibilidad de circulación de largos convoyes,

Pero lo más grave es que, estando prácticamente resuelto el problema de acceso desde Barcelona a la frontera francesa, con línea para mercancías en ancho europeo, los peligros para nuestro futuro desarrollo se han visto incrementados, aunque sólo sea por la ventaja comparativa que eso proporciona al puerto de Barcelona respecto al de Valencia, el más prometedor de España por localización, estrategia y gestión.

Podría de nuevo ocurrir que lo que la naturaleza y nuestro trabajo nos ofrecen, los políticos de Madrid nos lo quiten.

En breve se va a decidir en Bruselas sobre la inclusión de nuevos ejes prioritarios en la Red Transeuropea de Transportes y España debe tener bien definidas sus prioridades.

La situación actual y el futuro del país exigen ideas claras y posturas sin ambigüedad. No valen razones políticas y componendas territoriales cuando nuestra situación económica actual es tan delicada y nuestro futuro tan incierto.

El corredor mediterráneo de mercancías no sólo supone una mejora de la accesibilidad del Arco Mediterráneo, sino un trampolín para la construcción de una economía más robusta y sostenible en España y Europa.

Por todo ello no podemos perder este tren.