Sin duda, hoy, algunos museos, por sus estrategias de captación del público, se han convertido en centros educativos de una gran importancia. Son espacios abiertos a todo al mundo, centrados en el estudio y comprensión de la visión del arte, y su relación con todas las ciencias y disciplinas, desde la música, la danza, la arquitectura, las matemáticas, la sociología, la filosofíaÉ, que confluyen en nuestro conocimiento del mundo. Este es el caso del Reina Sofía, pero si miramos a su didáctica podemos apreciar no sólo lo sencillas que son algunas de sus propuestas sino también el bajo coste de muchas de ellas, eso sí, concebidas con mucho tino, como un estímulo para todo el público, desde los más pequeños, adolescentes, padres, adultos, a los profesionales de distintas disciplinas, creando maestros y alumnos, y relaciones de continuidad con otros centros de formación como las universidades, conservatorios, etc. Los programas 18 y Equipo, del Reina, son talleres dirigidos por educadores del propio centro, a través de los cuales grupos de jóvenes se implican, ante las obras de arte, en un diálogo sobre las diferentes maneras de pensar el mundo. Luego los chavales que quieran mantener una continuidad con el museo, ellos mismos, estudiarán y diseñarán proyectos para enseñar el museo a otros jóvenes. Así se establece una cadena de información que consigue crear una necesidad de vivir el museo, simplemente con los propios recursos de su entorno. Si estas actividades son efectivas en un centro de tal envergadura, por qué no lo puede ser en nuestros museos. El que seamos una ciudad de provincias no implica que merezcamos menos. Un centro educativo, cultural, debe tener la misma dimensión en cualquier lugar del mundo, o es que un médico formado en Alicante no puede acceder a los mismos conocimientos que otro de Madrid.

En estos momentos de inicio del curso, deberíamos preguntarnos qué lugar tienen nuestros museos en la vida cultural de la ciudad y provincia, qué relación tienen con los colegios, los institutos, las universidades, con nuestros historiadores, artistas, y gestores culturales, en qué condiciones, cómo repercute la actividad expositiva en la formación de nuestros futuros científicos, músicos, bailarines, ingenieros, pero también electricistas, camareros, cocineros, comerciales... Hoy en día, un museo sin un programa didáctico, extenso, de captación de público se convierte en un espacio muerto, demasiado caro. En Alicante, tenemos salas y museos importantes, esperemos que con voluntad política, sensibilidad y criterio, se puedan abrir ampliamente a toda la sociedad.