La agricultura se ha convertido en un refugio a la hora de buscar trabajo en la provincia. Al campo están regresando desde personas que desertaron en su día de las duras tareas agrarias hasta parados de otros sectores que, desesperados, no encuentran empleo en sus antiguos oficios. Y en ese contexto de un cambio tan radical, que era inimaginable hace tan solo unos años, Elche Orihuela y Villena son los municipios con mayor superficie cultivada. Se trata de tres "oásis" agrícolas que, pese a la gran presión urbanística de los últimos años, han sabido y podido mantener tierras cultivadas. Un campo que contribuye por un lado a emplear mano de obra en tiempos difíciles y, por otro, al mantenimiento del paisaje, a frenar la galopante desertización y a evitar el despoblamiento de zonas rurales. La merma de las explotaciones agrarias ha sido progresiva y alarmante en las últimas décadas y ha dejado a un sector tan importante pendiente de las decisiones europeas y a expensas de mejores/peores tiempos. Mi paisano Francisco García Pavón, en su libro "El rapto de las Sabinas", radiografía a la perfección esa tremenda despoblación rural : "Los campos desoladores, solos. Llegar, quitarles el fruto y a la sombra, que salen pecas. La solanera para los bañistas. Aquella alegría de los campos antiguos con tanto ir y venir, con tanta voz y tanta piel de tierra, pasó a la historia de los cancioneros. Otra vez el cielo y los surcos mano a mano. De vez en cuando un tractor solitario entre la tierra. El tractores escucha un transistor y en vez de seguidillas aprende las canciones del Festival de Eurovisión". Ha tenido que llegar esta durísima crisis para que el campo note una incipiente repoblación y se confirme como una alternativa a la hora de encontrar un empleo para poder subsistir. La madre Tierra, la "Pachamama" de los pueblos andinos, vuelve a echar una mano. Otra más.