El 22 de noviembre de 1993, Luis Fernando Cartagena firmó con la Universidad de Alicante un convenio para la creación de una Cátedra de Teología en el colegio de Santo Domingo de Orihuela. Supongo que con esa idea, en el programa electoral de 1995 incluyó la recuperación de la universidad de Santo Domingo (1610-1808). Pero tan sólo tres años después, ya era conseller, tuvimos que tirarnos a la calle, tras las pancartas de Pro-Campus, porque Zaplana tenía por entonces una guerra personal con el rector Pedreño y el PP, amén, se comió el programa encuadernado y todo. Sólo después de varios meses de persecuciones por las calles, megafonía en mano, «¡Zaplana nos quita la Universidad de Santo Domingo!», que no hubo responsable de la Diputación o la Generalitat sin foto, incluido Camps, que por entonces era el conceller de Educación, en enero de 1999, el Muy Honorable claudicaba y con la firma en la sala Villanueva se constituía un campus de la UA en Orihuela con el fin de albergar dos carreras, Turismo y Arquitectura Técnica, en la modalidad de restauración, ambas con gran proyección en un posible proyecto de ciudad que nunca se llevó a cabo. Con el acuerdo, la UA se quedaba con los derechos históricos de la universidad oriolana y nacía igualmente la Cátedra Fernando de Loaces, copresidida por el rector de la UA y el obispo de Orihuela. A favor de los ciudadanos, recordar que para taparnos la boca Zaplana creó el Campus de las Salesas (UMH), con lo cual conseguimos «dos pájaros de un grito».

Con aquella firma, el Ayuntamiento de Orihuela, presidido entonces por José Manuel Medina, se comprometió a poner los terrenos donde se edificaría un colegio para dejar espacio al desarrollo universitario dentro del edificio histórico. Orihuela cumplió su parte: por unos doscientos millones de pesetas de hace doce años, compró los 3.000 metros cuadrados de la discoteca «Momentos», contigua al patio de Santo Domingo. Sin embargo, Arquitectura Técnica jamás llegó por falta, precisamente, de espacio e inversiones (y eran los tiempos de la abundancia) y Turismo desapareció con Mónica Lorente de alcaldesa. El colegio de Santo Domingo no hizo el nuevo edificio y amplió sus patios con aquellos terrenos comprados con dinero público, la UA continúa presumiendo de derechos históricos y ni Medina ni la Lorente hicieron nada para evitarlo, «al revés».

Con la memoria sobre la mesa, y así evitamos que se repita la historia, habrá que analizar si estamos o no en momentos faraónicos, habrá que ver qué proyectos de todos los que se anuncian para esta legislatura encajan mejor en las necesidades de un modelo de ciudad que se tendría que definir primero, porque la gran ciudad de la especulación de entonces o la gran ciudad de las basuras después solo han socializado la miseria y el escándalo; que todo eso requiere análisis y tiempo. Pero lo que sí habrá que hacer y de manera urgente es acometer la situación de esa «inversión». Porque en estos momentos de crisis, quienes apostaron por la Universidad, que ha incrementado de manera importante su alumnado, tienen una infraestructura de futuro que Orihuela dejó escapar. Y no por falta de inversiones, si no por la falta de un gobierno municipal responsable.

Y como en los próximos meses, la oposición no va a estar en condiciones serias de hacer lo que nunca hicieron, bastante tienen con los procesos que se les vienen encima dentro y fuera del partido, paralelamente a toda esa (necesaria) información sobre «la juerga» de los chicos y chicas

de las basuras, y dado que el tiempo

genera olvido y que otros municipios ya trabajan para intentar modificar el mapa universitario de la comarca, tampoco estaría mal sentar a las partes que firmaron aquel acuerdo y exigir el cumplimiento del mismo.